junio 20, 2025

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Yamandú Orsi gana la presidencia en Uruguay: Un retroceso para la región que se imponga la extrema izquierda

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En un giro que podría reconfigurar el panorama político de América Latina, el candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, fue declarado vencedor en las elecciones presidenciales de Uruguay este domingo 24 de noviembre. Orsi obtuvo el 52% de los votos frente al 48% de Álvaro Delgado, del Partido Nacional, según proyecciones preliminares con más del 85% de las urnas escrutadas.

El triunfo de Orsi marca el regreso al poder de la izquierda en Uruguay tras un periodo de cinco años bajo un gobierno de centro-derecha liderado por Luis Lacalle Pou; sin embargo, este resultado ha generado preocupación en diversos sectores de la región, que ven en la victoria de Orsi, percibido como un representante de la extrema izquierda comunista, un potencial retroceso en términos de desarrollo económico, democracia y relaciones internacionales.

Un balotaje reñido

La primera vuelta de las elecciones, celebrada el pasado 27 de octubre, dejó claro que el país estaba dividido políticamente. Ningún candidato alcanzó la mayoría necesaria para ganar directamente, lo que llevó a un balotaje entre Orsi y Delgado, representantes de ideologías opuestas.

En la segunda vuelta, el Frente Amplio consolidó su base de apoyo en áreas urbanas clave, mientras que Delgado logró un importante respaldo en las zonas rurales. A pesar de una campaña intensa por parte del Partido Nacional, los votantes optaron por devolver el poder a la coalición de izquierda, que gobernó Uruguay durante 15 años antes de la administración actual.

El regreso del Frente Amplio a la presidencia no solo representa un cambio para Uruguay, sino que también podría tener implicaciones más amplias en la región. La consolidación de gobiernos de izquierda en América Latina genera dudas sobre la dirección económica y política que tomará el continente, en un momento en el que parecía que, por fin, se empezaba a equilibrar el desbalance de gobiernos progresistas en la región, con representantes como Javier Milei, de Argentina; Nayib Bukele, de El Salvador; y Donald Trump, en Estados Unidos . Algunos analistas temen que el gobierno de Orsi adopte medidas que limiten las inversiones extranjeras, aumenten el gasto público de forma insostenible y profundicen la polarización política.

Organizaciones empresariales y líderes internacionales han manifestado su preocupación por la posible alineación de Uruguay con regímenes autoritarios de la región, como el de Nicolás Maduro, en Venezuela; y Daniel Ortega, en Nicaragua. Estas inquietudes se ven exacerbadas por el contexto global de incertidumbre económica, donde se necesita estabilidad política para atraer inversiones y fomentar el crecimiento.

Un país dividido

Aunque Orsi asume el cargo con una victoria ajustada, el resultado también evidencia una nación profundamente dividida en su visión de futuro. El nuevo presidente, bendecido por Mújica, enfrentará el reto de unir a una población polarizada y demostrar que su liderazgo puede impulsar al país hacia el progreso sin sacrificar los principios democráticos ni la estabilidad económica.

Con su victoria, Uruguay se suma a la lista de países latinoamericanos que han optado por un giro regresivo hacia la extrema izquierda en los últimos años, un movimiento que podría redefinir el equilibrio político del continente. La comunidad internacional y los ciudadanos uruguayos estarán atentos a los primeros pasos del nuevo gobierno, cuyo impacto se proyecta más allá de sus fronteras.

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