junio 17, 2025

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Zaldívar y el costo de una metamorfosis política: Ahora dice que “no se necesita saber de derecho para ser buen juez”

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Arturo Zaldívar, quien durante años defendió la independencia judicial como ministro presidente de la SCJN, hoy se convierte en el abanderado de un discurso populista que contradice sus propias raíces profesionales. En su papel como vocero del gobierno de la 4T, Zaldívar propone un modelo de evaluación judicial que privilegia criterios subjetivos y emocionales, dejando de lado los estándares técnicos que alguna vez defendió como pilar del sistema de justicia.

Y es que el exministro, desde la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, habló sobre cómo se evaluará la honestidad, probidad y fama pública de los aspirantes a jueces, magistrados y ministros, inscritos en el Comité de Evaluación del Poder Ejecutivo. Zaldívar afirmó que el proceso no será “tecnocrático como en el pasado”, ya que, según él, eso permitiría la llegada de perfiles no deseados. Señaló que el comité analizará trayectorias, entrevistas y lo que se “sepa” de los aspirantes, con base en una valoración subjetiva: “Ser un buen juez no basta saber derecho, ser un buen juez es antes que nada ser una buena persona, alguien que tenga empatía con el pueblo y empatía con la justicia”, afirmó. El modelo de evaluación, al no estar estrictamente “arreglado”, dependerá del criterio de los integrantes del comité, quienes buscarán llegar a los mejores perfiles, según su análisis y el juicio de la opinión pública. También informó que informó que se revisaron más de 18 mil expedientes de aspirantes y de ellos, sólo 11 mil 015 cumplieron con su documentación en tiempo y forma; de ellos, 3 mil 996 son mujeres y 6 mil 954 son hombres.

La ironía es evidente: un jurista de carrera que construyó su credibilidad bajo los principios de legalidad y objetividad, ahora sostiene que “para ser buen juez no basta saber derecho”. Al relegar el conocimiento jurídico a un plano secundario y priorizar conceptos vagos como “empatía con el pueblo”, Zaldívar no solo diluye los estándares profesionales, sino que refuerza las críticas sobre su entreguismo con la 4T. Desde luego que esa postura suya no es que sea novedad; más bien es otra mancha a su ya de por sí desprestigiado legado.

No cabe duda que esta transformación es el precio que paga por su nuevo rol como Consejero Jurídico de la presidencia, desde donde intenta consolidar una narrativa absurda acorde al poder que ahora sirve. Lo cierto es que la credibilidad no se improvisa, y en este caso, parece desmoronarse entre sus propias contradicciones.

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