En los próximos seis años las condiciones para que haya un mejor, igual o peor gobierno que el que acaba de terminar serán prácticamente las mismas que las actuales.
Estará el mismo suelo fértil o árido, las mismas lluvias benevolentes o torrenciales, habrá sequías y ciclones, seguirán los vaivenes de la economía y estaremos los mismos veracruzanos.
¿Qué puede hacer entonces que Veracruz mejore y no siga su caída luego de seis años de escándalos por frivolidades, mal gobierno y pésimos resultados?
Hasta este día y durante los próximos seis años el factor que puede influir a favor es la buena voluntad de cada servidor público de alto nivel, su deseo de hacer bien las cosas, así como la decisión de la gobernadora Rocío Nahle por controlar y exigirles resultados positivos a sus colaboradores y su anhelo de lograr un buen lugar en la historia veracruzana, lejos de donde ya empezó a ser ubicado su antecesor Cuitláhuac García Jiménez.
Podría haber otro factor, pero hasta ahora nunca ha sido aplicado: la presión ciudadana.
Por el contrario, los veracruzanos hemos demostrado, una y otra vez, que somos muy pacientes y resistimos pasivamente los malos gobiernos. Ante pésimas actuaciones, corrupción, desatinos, olvidos, soberbia y autoritarismo solo han ocurrido reclamos y protestas aisladas que, por lo mismo, no tienen peso ni hacen mella a los cínicos con poder.
Ahí están los casos, por dar unos ejemplos, de Totalco y de las desapariciones de personas.
En la comunidad de Perote, donde cientos de pobladores protestaron por la contaminación de las granjas porcícolas y en vez de recibir respuesta favorable a su petición fueron reprimidos a golpes y balazos por la policía, solo unas voces se alzaron y de ahí en fuera nadie movió un dedo para exigir los castigos correspondientes.
En lo referente a las desapariciones, que se arrastraban desde gobiernos anteriores y por las cuales Cuitláhuac hizo el compromiso, desde el primer día de su mandato, de actuar decididamente, nadie, con excepción de los colectivos, reclamaron, a pesar de ser un tema tan sensible y con daños mayores para la sociedad.
Pero lo mismo sucedió con la falta de medicamentos para los niños enfermos de cáncer; si eso no mueve a hacer presión a la sociedad hasta lograr la atención adecuada, otros asuntos tampoco la motivarán a demandar un mejor gobierno.
Y como no hay una verdadera presión ciudadana y mucho menos una evaluación institucionalizada que a los ojos de todos muestre con claridad, con factores previamente establecidos y conocidos por todos, si los funcionarios están haciendo bien, regular, mal o pésimamente su labor, pues entonces volvemos a lo mismo: hemos dependido y dependeremos de la buena voluntad de los servidores públicos para tener un buen gobierno.
¿Qué querrá Rocío Nahle: ser recordada como una buena gobernadora o estar al mismo nivel de Cuitláhuac García?
En poco tiempo puede dar muestras de una u otra cosa. El pueblo no exige con efectividad, pero sí evalúa despiadadamente de boca en boca.
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