junio 18, 2025

En Esta Hora

Porque la noticia… no puede esperar

Nahle no cambiará funcionarios; de todos modos, gobierna sola

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La carreta oficial de las calabazas guindas, va. Hasta ahora, en los seis primeros meses, ya se acomodaron todas. Ninguna se cayó, pese a los brincos del camino, y ninguna se ha podrido. Ya se verá qué pasa en los 5 años y medio que restan a la administración. Por lo pronto, la gobernadora Rocío Nahle declaró ayer a Guillermo Memo Agüero Ferat, de OlivaNoticias, que cuenta con “un gran gabinete” y tiene muy bien cubiertas todas las áreas, por lo que, por lo tanto, no hará ningún cambio de funcionarios.

No recuerdo, en mis años como periodista, que algún antecesor suyo en el cargo haya enfrentado tantos y tan graves problemas en su inicio como el de la inseguridad, el más acuciante, aunque no el único. La luna de miel con los electores que la llevaron al poder duró seis meses. Empezó bien, iba bien, hasta que se estrelló con la realidad real, válgaseme la redundancia. Es bien intencionada, según mi punto de vista, respecto a que quiere y pretende la grandeza de Veracruz, pero tristemente no basta con la buena intención.

Ella y solamente ella sabe lo que hace y por qué lo hace. Me refiero a su estilo de gobernar, el de una solista, que, cierto, le atrae los reflectores solo a ella, le abre el micrófono y le da voz solo a ella y la tiene solo a ella en la atención y el interés de la población para bien, pero también para mal. No delega, no da espacios a sus colaboradores al grado de que una inmensa cantidad de veracruzanos no los conocen y ni siquiera saben cómo se llaman.

Cuando declara que no hará ningún cambio de funcionarios se antoja la pregunta si eso es relevante, porque de todos modos ellos ni siquiera están como floreros, de adorno, pues ni se ven. Ella es quien siempre da la cara, la que lleva la voz cantante, la que lleva la batuta, pero también la que toca el corno, los timbales, los platillos, el clarinete, la flauta, el instrumento que sea necesario según lo vaya indicando la partitura; es una mujer orquesta, pues, y resulta relevante si las cosas salen bien, pero sufre un desgaste, un terrible desgaste, si no.

En esas está, en esas va. El sábado vi en las redes sociales una fotografía suya que le tomaron en una entrevista que dio en Veracruz. Me preocupo verla. Tal vez porque mi trabajo muchos años fue cuidar que los gobernantes mostraran su mejor imagen, advertí de inmediato sus nacientes patas de gallo, sus incipientes ojeras, parte de sus pómulos y de sus mejillas con ligeras manchas, tal vez una que otra cana ya asomando, con una mirada que me pareció triste, como apagada, y no pude explicarme todo más que su rostro era el reflejo de los días aciagos que ha estado viviendo como gobernadora.

Enfrenta problemas como ningún antecesor suyo

No es para menos. Es la única gobernadora (antes todos fueron gobernadores) a la que en pleno proceso electoral local le mataron a dos candidatos de su propio partido, el primer caso cuando visitaba el estado la dirigente nacional de Morena, y más de 70 han pedido protección de seguridad; a la que en su administración el convoy del dirigente estatal de su partido mató a un vendedor y la expuso a las críticas por el influyentismo y la impunidad manifiesta pues jamás lo molestaron para que se presentara a declarar; a la que en su gobierno mataron a dos agentes federales por la sospecha que policías estatales los pusieron; a la que en su mandato un grupo delincuencial degolló a un hombre en el sur del estado y buscan implicar a otro candidato; a la que en sus conferencias mañaneras la propia Presidenta ha tenido que ofrecer su apoyo, dejando la idea de que acá no pueden solos; a la que se le reapareció un exsecretario de Gobierno y las cosas en su partido se le descompusieron; a la que acicatea la Auditoría Superior de la Federación por un daño patrimonial multimillonario que su administración no cometió, sino la de su antecesor, pero ella tiene que pagar; la que se ha tenido que enfrentar al líder del Senado y a la dirigencia nacional, ambos de su partido; la que ya sufrió su primer abucheo por la negligencia de una de sus colaboradoras, y un largo etcétera.

A todas va ella. Se sube sola al ring, nadie más le hace el quite, pero también porque no quiere que nadie más lo haga. Y como si todo lo anterior no fuera suficiente, enfrenta terribles resistencias internas porque, al menos yo tengo que reconocerlo, trata de meter orden y acabar con viejas prácticas, vicios que constituyen actos de corrupción, como acabar con los “aviadores” y “comisionados” en la Secretaría de Educación o con privilegios o cotos de poder en la Secretaría de Seguridad Pública.

Hay ambiente crispado en Seguridad Pública

En efecto, ella no nombró al titular de Seguridad, Alfonso Reyes Garcés, pero sí fue con su pleno consentimiento con el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno federal, Omar García Harfuch. Y desde que llegó, Reyes Garcés ha estado quitando las jugosas e inmerecidas “compensaciones” (de 3 mil hasta 35 mil pesos) que sus antecesores habían asignado a sus incondicionales, incluidos familiares, novias, secretarias, compinches y canchanchanes, dinero que ha asignado a exmandos de la Marina que han estado llegando. Por supuesto, la tropa lo celebra, pero los mandos que estaban y que hicieron de la Secretaría su negocio particular están que trinan y el ambiente interno está crispado. En parte de ahí salen los rumores y versiones de que pasando las elecciones el Secretario se va.

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