La promoción cultural en Veracruz ha sido el gran déficit de los gobiernos estatales.
Aunque ha habido grandes momentos para la cultura veracruzana, como en el gobierno de Rafael Hernández Ochoa —quien, junto al rector de la UV, Roberto Bravo Garzón, impulsó las expresiones culturales del estado— o lo que se vivió durante el gobierno de Miguel Alemán, quien en 1987 creó el extinto Instituto Veracruzano de la Cultura, el IVEC, con Ida Rodríguez Prampolini como su directora, pareciera que para los gobernantes la cultura es un tema que les aburre o los deja fuera de lugar. Prefieren lo fácil: la política, los programas sociales o los negocios, antes que dedicar tiempo a promover el arte y la cultura.
Ejemplos hay varios:
Durante el gobierno de Javier Duarte, la cultura fue un tema lejano y solo se centró en la presentación de algunos artistas en foros masivos.
A Miguel Yunes le ganó el odio y la sed de venganza; todo lo que oliera a Duarte o al PRI fue proscrito, cancelado y perseguido, incluyendo el tema cultural y a sus creadores.
Cuitláhuac García confundió promover la cultura con usar guayaberas bordadas a mano o tocar un instrumento musical como la jarana. Le era más útil distinguirse de su antecesor en la apariencia y en recuperar algunos festivales musicales masivos. Sí, fue en su administración que el IVEC dejó de existir, y en 2024 creó la Secretaría de Cultura de Veracruz con poco presupuesto, el mismo que tenía el IVEC, al que solo agregó 10 millones extras.
Ayer visité el Ágora de la ciudad de Xalapa, un lugar extraordinario. Después de que el alcalde Hipólito Rodríguez perforó la loza del parque Juárez para intentar poner unas pérgolas —que ya se quitaron y que provocaron daños y filtraciones— y después de la supuesta remodelación de ese espacio en el sexenio anterior, que solo duró para su reapertura y que por los malos trabajos realizados se tuvo que volver a cerrar y remodelar, ahora sí tenemos en Xalapa un espacio digno y gratuito para la difusión de las artes. Lo mismo sucedió a finales del año pasado, cuando se enfocaron en recuperar tradiciones muy veracruzanas como El Viejo y la Rama y, sobre todo, en identificar y apoyar las expresiones culturales originarias desde los municipios veracruzanos a través de una red de 81 casas de la cultura.
Más allá de los grandes festivales, la cultura está en la calle, en el barrio y en las ciudades. Siempre surge desde abajo. Y es ahí donde se pierde, se recupera o se impulsa.
Esta vez, a diferencia de los gobiernos pasados, la atención y promoción de la cultura parece estar en el centro de la política pública del gobierno veracruzano.
Ya se verá el peso relativo que le darán cuando se presente el presupuesto del próximo año.
Por el bien de los creadores de cultura y arte, que sea el mejor de todos los tiempos.
¿O usted qué opina?
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