El TEV, ese oráculo de toga y birrete, se convierte cada tanto en villano o en héroe, dependiendo de quién haya perdido más votos o más dignidad. Y claro, los partidos juegan a las sillas musicales: el que gana, canta el “¡triunfo del pueblo!” como si fueran mariachis pagados por la democracia, y el que pierde, grita “¡fraude!” con la misma intensidad que yucateca cuestionando “¿Quién me jaló mi cabello?”
Lo maravilloso es que todos tienen razón y nadie la tiene. Porque sí, seguimos presumiendo Democracia como si fuera el mole de la abuela: “¡auténtico, único, irrepetible!”. Pero a la hora de la verdad, de tanto recalentado, nos acerca siempre al estómago flojo. Ya llevamos presumiendo más de 30 años elecciones democráticas y seguimos con la misma cantaleta: que si el árbitro vendió el pito, que si no era penal, que si el gol estaba en fuera de lugar, que si hubo mano, que si el VAR electoral está chueco…
Y ahí están nuestros intachables árbitros: OPLE, TEV, Sala Regional… auténticos santos patronos de la paciencia ciudadana. Aunque trabajen con legalidad y profesionalismo, da igual, porque a los ojos del perdedor son el mismísimo Judas con credencial del INE. Y como buenos mártires modernos, cargan con las mentadas de madre de todos lados. Porque ya lo decía el poeta Julio: unos que ríen, otros llorarán… y los que lloran lo hacen en cadena nacional.
Pero no todo es drama. Siempre hay personajes que logran salir con dignidad del circo electoral. Maryjose Gamboa, por ejemplo, que tras la ratificación en Boca del Río, se aventó el discurso políticamente correcto de “trabajar con los distintos gobiernos”. Un mensaje tan zen que casi provoca que Papantla y Poza Rica sientan envidia. Aunque, claro, la verdadera incógnita no es si ella quiere trabajar… sino si los demás quieren trabajar con ella. Y ahí es cuando la carcajada de Julio se convierte en un bolero triste.
Al final, queridos electores, las obras quedan, la gente se va… otros que vienen las continuarán… el ciclo se repite: unos que ríen, otros llorarán; y algunos ya están armando su precampaña para dentro de tres años. Porque, seamos honestos, la democracia mexicana es como el Clásico Nacional: Cada partido América-Chivas discutimos lo mismo, apostamos a los mismos equipos pero con distintos protagonistas y al final, puede que salga el árbitro abucheado. Y ahí seguimos, esperando que algún día nuestra Democracia nos provoque algo más que risa nerviosa y plañideras electorales.
Imagen de portada: Risas y llanto/// TV Pública
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