Veracruz, “pedacito de patria que sabe sufrir y cantar” –escribió el músico-poeta Agustín Lara—, no es ajeno a los golpes certeros de un aterrador flagelo conocido como violencia.
Numerosos estados de la república mexicana padecen este terrible mal crónico: Guanajuato, Sinaloa, Morelos, Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Colima, Quinta Roo, Baja California Norte y Chihuahua, entre otros.
Históricamente, Veracruz ha enfrentado altos niveles de corrupción política y policiaca, lo que ha permitido la infiltración del crimen organizado.
La violencia política, dicen los que saben, se atribuye a la discordia que impera entre cárteles rivales que se disputan la plaza.
Y por decirlo de una manera suave, Cuitláhuac García –el más débil y turbio gobernador—, tuvo mucho que ver; como Poncio Pilatos se lavó las manos y dejó al garete a las células delincuenciales.
Muy presuntuoso, el “intelectual bailarín” imputó siempre a su antecesor (el alevoso Miguel Ángel Yunes Linares), de todos los males: secuestros, homicidios, asaltos y desaparecidos.
Nunca enfrentó ni con el pétalo de una rosa, menos con valor castrense, a las facciones criminales a quienes “liberó” para que se sirvieran con la “cuchara grande” y cometer todo tipo de tropelías.
Y el peor discípulo de AMLO no conoció mejor recompensa que la impunidad.
Hoy, Rocío Nahle, no voltea hacia atrás y no incrimina a Cuitláhuac, sino que, con vigor y valor, da la cara. No levanta las cejas en señal de sorpresa y miedo. Va hacia adelante, con mano de hierro, para aplicar la ley.
“Somos muchos más los que queremos que le vaya bien a Veracruz que aquellos malandros que quieren desestabilizar”, puntualizó.
El Poder Ejecutivo de Veracruz y presidencia de la República, se coordinan por primera vez en la historia política de nuestra entidad, para poner orden al estercolero de inseguridad heredado.
3 mil 500 elementos de la Guardia Nacional refuerzan la contienda electoral del próximo primero de junio, gracias al interés de la presidenta de México por erradicar la violencia política.
Es importante alcanzar, cuanto antes, una paz verdadera, justa como la que merecen los veracruzanos.
La propia gobernadora está consciente y reconoce sin evasivas que en materia de seguridad “hay que trabajar mucho”.
Fotografía: En Esta Hora
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