Hoy se cumplieron 8 años de que mi hermano Roberto partiera con rumbo a la Casa del Padre… Aquel día, lo recuerdo perfectamente, me encontraba en la Ciudad de México, de hecho, estábamos, mi esposa Paty y nuestro hijo Alejandro, llegando al hotel, nos registramos y bajamos a cenar algo.
Estando en la lectura de la carta para ordenar los alimentos, suena el teléfono, era mi hermano Felipe, el mayor, lacónico, casi con el llanto a flor de piel, me dijo de “golpe y porrazo”: “El Robert, murió”… cómo, fue mi pregunta, a lo que siguieron algunas palabras y más palabras tratando de explicar lo que a veces resulta inexplicable.
Hoy, a la distancia de 2920 días, fue su nieta Gaby, la que me provocó un remolino de recuerdos e ideas cuando me hizo llegar una fotografía de la tumba en donde se encuentran los restos del Robert… Uffff la mandó a arreglar de tal manera que parece nunca hubiera pasado el tiempo en ese rectángulo de tierra que hoy luce bonito, arreglado, con pasto, flores y juguetes.
Gaby, mi sobrina nieta, estudió Química Laboratorista y trabaja en esta ciudad, es inquieta y probadamente “chambeadora” y, ahora, se ha puesto a estudiar la licenciatura en Derecho en la Universidad de Xalapa (UX)… Sin duda, será un gran reto y sé que lo sabrá superar porque la escucho en su hablar y lo veo en su mirada con ese constante abrir y cerrar de ojos, que bien miran hacia un mejor futuro.
Foto de portada: El Robert con Gaby, el 7 de junio de 2017, su último “cumple” terrenal
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