A lo largo de la experiencia histórica de los pueblos se encuentran semejanzas en la conducta de políticos en activo cuando transitan por señalamientos públicos que los ponen en entredicho. En esas circunstancias asumen aparente entereza, se muestran indignados y aseguran con todas las de la ley tener la razón y estar libres de toda sospecha que la calumnia les atribuye. En México, asuntos como el de Alejandro Moreno, por caso, a quien las autoridades de Campeche acusan de enriquecimiento ilícito y malversación de fondos públicos a su paso por el gobierno de esa entidad, alega en su defensa ser víctima de persecución política, pese a poseer un abultado patrimonio inmobiliario imposible de ser acumulado con el sueldo de un servidor público, por mucho nivel del cargo desempeñado, en este caso gobernador de Campeche. Como van las cosas al parecer ya la libró porque maniobró políticamente para hacerse de la dirigencia nacional priista y utilizar ese encargo como moneda de cambio para entrar en complicidades con el gobierno de AMLO, quien a su vez utilizó a “Alito” para obtener votos priistas a favor de sus propuestas legislativas. Aunque esa connivencia concluyó con el cambio de gobierno federal, su cargo al frente del PRI le sirve como parapeto a la vez de investirlo de político oposicionista victimizado por el gobierno. La historia lo juzgará.
Igual que juzgó a Javier Duarte de Ochoa al ubicarlo como uno de los gobernadores emblemáticos de la corrupción en el país. Cuando se acercaba la lumbre del señalamiento público, en 2016, después de la elección en la que el PRI perdió el gobierno de Veracruz, el periodista Ricardo Gómez de El Universal le hizo una entrevista en la que, entre otras cosas, dijo: “No tengo presas en ranchos, propiedades en el extranjero, prestanombres ni he blanqueado dinero a través de empresas familiares como en otros casos se ha hecho”… “Tengo lo que he venido trabajando y ganado con mi salario; he sido servidor público toda mi vida”… ¿“Se ve en la cárcel?” “No, por una simple y sencilla razón. Hay una conseja popular y siempre la conseja popular es muy sabia y dice lo siguiente: “El que nada debe, nada teme”. En este sentido, yo no debo nada. Me he dedicado a trabajar, a contribuir al desarrollo y beneficio de un estado como el nuestro, por ello es que te contesto de manera clara y categórica. No”. Ahora, Duarte está a punto de cumplir su condena después de 9 años de presidio.
En el caso de Duarte, la ley lo encontró culpable, pese a su narrativa exculpatoria. Ahora, quien está en el centro del torbellino y del “sospechosismo” es el senador Adán Augusto López, quien en defensa propia declara: “Ratifico mi compromiso con la verdad y la justicia como lo he manifestado siempre. De ahí mi plena disposición a acudir a cualquier requerimiento de la autoridad. Aquí estoy, aquí estaré, y aquí prevaleceré.”… “Los conservadores y sus medios de comunicación han perdido la brújula. Ahora, al usar supuestos testigos, en declaraciones o expedientes que no son citados ni referidos -cuando por estricta labor profesional, ¡así debería ocurrir!”. A la vez califica de mafufada la denuncia que en su contra hizo “Alito” ante autoridades estadounidenses. Duarte no la libró porque le negaron impunidad autoridades federales, ¿la librará Adán Augusto? Poco vivirá quien no lo sepa.
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