septiembre 10, 2025

En Esta Hora

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Noroña Vs «Alito», efectos de la polarización política

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Durante el periodo de los años 20 del siglo pasado las sesiones de las cámaras legisladoras en México fueron escenario de debates encendidos, no pocos terminaban a golpes y salían a relucir las armas, de allí que hayan legislado para prohibir entrar con armas al recinto legislativo. Fueron tiempos durante los cuales los diferentes grupos de militares de alto rango que habían participado en la Revolución buscaban agenciarse parcelas de poder en “pago” a su involucramiento en la lucha armada. La creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929 ayudó a cohesionar grupos de interés sirviendo de conducto para acercarse o acceder a los pasillos del poder. Un siglo después estamos presenciando cómo la polarización introducida por AMLO con su virulento ataque a sus “enemigos” provoca situaciones parecidas a aquellos, y, más lamentable aún, la presidenta adopta una inusitada parcialidad muy ajena al deber de gobernar para todos los mexicanos. La reyerta en la Comisión Permanente del Congreso de la Unión es reprochable, pero se explica en base a la dicha polarización. Mala señal cuando los golpes sustituyen a la política, sin embargo, son las circunstancias las que dieron lugar a que personajes como Noroña y Alejandro Moreno accedieran a su actual condición política. Al primero lo domina su inmanente protagonismo, Noroña es Noroña, lo saben sus correligionarios, también el daño que inflige a MORENA, es su mal necesario; por su parte, “Alito” ya ganó a pulso el estigma de ser el sepulturero del PRI, nada bueno es de esperarse de una dupla de esa naturaleza.

Y ya en el plano meramente político, el Poder Legislativo mexicano y el gobierno de la Cuartat entran en un torbellino nada deseable, porque la presidenta enfrenta ahora otro gran expediente por resolver, pues no solo está en el tapete de la discusión la permanencia de Adán Augusto al frente de la JUCOPO del senado, y ahora carga con la beligerante incongruencia de Noroña, quien discrepa diametralmente con el discurso presidencial relativo a la austeridad que tanto se pregona: “Yo no tengo ninguna obligación personal de ser austero. Yo era franciscano porque estábamos fregados, no por voluntad. Ahora todo lo que tengo es producto de mi esfuerzo”. Si bien ya fuera de la presidencia del senado Noroña pierde reflectores, ni duda cabe que su natural protagonismo lo seguirá impulsando a la controversia de callejón, no siempre conveniente para el gobierno y el Movimiento.

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