En un acto de firmeza que marca distancia con el pasado inmediato, la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle García, ha dejado claro que en su administración no se tolerarán obras incompletas ni arreglos bajo la mesa. El mensaje es contundente: el complejo deportivo “Nido del Halcón” en Xalapa no será recibido por el Gobierno del Estado hasta que esté terminado al 100%, y cumpla con todas las especificaciones técnicas estipuladas en el contrato original.
– “Le pedí al secretario Cornejo (SIOP) que fuera a hacer una revisión; no recibiré la obra hasta que esté al 100% terminada y con todas las especificaciones del contrato de construcción”, dijo la mandataria durante su conferencia de prensa matutina.
– “¿De qué sospecha?”, le insistió un reportero.
– No sospecho nada, tiene que estar todo bien. Quería ir el viernes pasado y no me dio tiempo, pero quiero ir y lo que se tenga que observar se observa, pero yo no voy a recibir esa obra, ni ninguna otra más que esté pendiente de entrega hasta que esté completamente terminada al 100% y con todas las especificaciones técnicas y de materiales de los contratos”, reiteró Nahle García.
La obra, presumida con bombo y platillo por el exgobernador Cuitláhuac García, prometía ser un emblema de modernidad y desarrollo deportivo: más de 6 mil lugares para eventos, estacionamientos de cuatro niveles, y una inversión que ya duplicó su monto inicial; sin embargo, lo que hoy se exhibe no es una joya arquitectónica, sino un monumento a la opacidad y la improvisación.
Adjudicada sin licitación abierta a la Constructora CHECA, la inversión se disparó de los $492 millones de pesos originales a más de mil millones, sin que la ciudadanía tenga claridad sobre el porqué. A esto se suma un comodato entregado a un empresario que, lejos de fortalecer al equipo de basquetbol Halcones de Xalapa, no ha logrado mantenerlo a flote.
Frente a esta realidad, Rocío Nahle no titubea: no habrá entregas anticipadas, no habrá concesiones sin escrutinio, y no habrá más complicidades. Su decisión de revisar a fondo tanto la ejecución de la obra como la cesión del estadio marca un viraje hacia la rendición de cuentas y el uso responsable del dinero público.
La ciudadanía, harta de simulaciones, recibe con expectativa esta postura. Porque ya era hora de que alguien dijera “no” a la vieja práctica de inaugurar cascarones vacíos o de regalar infraestructura estatal a intereses privados sin beneficio real para la sociedad.
Con esta firmeza, Nahle lanza un mensaje claro: el dinero público no es herencia de nadie, y las obras mal hechas ya no tendrán cabida en Veracruz.
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