Mucho se ha dicho que hoy en día Morena no tiene oposición al frente. Y cuando se habla de “oposición”, claro, se piensa en el PAN y el PRI, por ser históricamente los más fuertes AM (Antes de Morena).
Hasta el momento, Movimiento Ciudadano no alcanza los niveles para ser considerado una oposición real por parte de Morena, ni siquiera en la percepción social. Quizá porque nadie olvida que si López Obrador tuvo un aliado para encauzar su camino, fue precisamente el partido de Dante; o tal vez porque todavía no hay una conciencia plena del peso político naranja a nivel nacional…
En Veracruz ocurre algo similar.
El PAN, por ejemplo, de ser un fuerte adversario en la tribuna del Congreso local, ya ni ruido hace. Tal vez por eso Montserrat Ortega Ruiz decidió aliarse con los priistas Ana Rosa “La China” Valdés y Héctor Yunes, quienes, de una forma u otra, intentan ser –y hacer– la diferencia en un Congreso cargado de morenos.
Fuera de ahí, ni Federico Salomón ni Adolfo Ramírez, pese a sus esfuerzos por hacerla de oposición, logran siquiera hacer mella…
En el caso de Movimiento Ciudadano, tras la salida de Sergio Gil Rullán, la chispa en la dirigencia simplemente se apagó. Es un partido inadvertido, pese a su buen desempeño en las pasadas elecciones. Desde entonces, ni un solo pensamiento oscuro (mucho menos naranja) contra Morena, sus gobiernos o sus legisladores.
¡Pero tranquilos! No crean que, ante este panorama, Morena anda de paseo en Veracruz durante lo que va de esta nueva administración… Porque, para que la cuña apriete, tiene que ser del mismo palo. Y el mejor ejemplo: el senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara.
El xalapeño no es cualquier moreno. Primero, porque quizá sea el más longevo representante de la izquierda en Veracruz. Le tocó vivir en carne propia lo que hoy el PRI denuncia: el autoritarismo de un partido todopoderoso y la lucha, casi utópica, de un puñado de personas por derrotarlo.
Sumémosle que es fundador del actual “Partidazo” y fue su dirigente estatal.
Otro detalle que los morenos “institucionales” tienden a olvidar cuando le hacen el feo al Senador que se atreve a criticar a su propio partido y a la política de su Gobernadora: él ganó las encuestas para ser el candidato a gobernador. Pero, por una mera cuestión técnica (léase: género), lo bajaron.
Y no solo eso. Aplicando el mismo tecnicismo de moda, lo mandaron a rifársela en la contienda por la senaduría… igualito que en su momento le pasó a Ricardo Ahued.
Sí, puede que PAN y PRI no sean oposición para Morena, pero Manuel Huerta, él solito, pesa más que esos dos partidos juntos. Porque sus palabras calan, incomodan, molestan.
Aquí en Morena queda claro que no hay ni “institucionalismo” ni “disciplina”. Al menos no en el caso de Manuel Huerta, porque cada vez que abre la boca, tiene más credibilidad que los otros canales morenistas, pasando por el partido y, a veces, por encima de la propia Gobernadora.
Manuel, la verdadera oposición

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