Al margen de cualquier coincidencia analógica, la declaración de Adán Augusto López poniéndose a disposición de las autoridades que investigan el caso de Hernán Bermúdez buscado por la Interpol por orden de aprehensión en su contra, trae a la memoria la que hiciera Javier Duarte de Ochoa en el noticiero de Ciro Gómez Leyva días antes de su huida dejando inconclusa su gestión al frente del gobierno veracruzano. En aquella ocasión, un día de octubre de 2016, Duarte dijo a Ciro que concluyendo su administración viviría en el país porque nada tenía que esconder, y atribuía las noticias de su presunta corrupción a Miguel Yunes Linares, quien sería su sucesor por haber derrotado al PRI en la elección para gobernador de Veracruz. Ya para ese entonces Duarte había sido expulsado del primer círculo del presidente Peña Nieto, en ese Olimpo ya no era bien visto y la Auditoría Superior de la Federación le había encontrado desviaciones de suculentas carretadas de dinero a través de empresas fantasmas. Para intentar desvanecerlo Duarte envió al programa de Ciro a su secretario de finanzas y al contralor para negarlo todo, con resultados infructuosos. Duarte lo negaba con vehemencia y se ponía a disposición de las autoridades correspondientes, pues no tenía más propiedades que las reportadas en su declaración 3 x 3, “el que nada debe, nada teme”. Pocos días después Veracruz se encontraba sin titular del Poder Ejecutivo estatal y el Congreso local procedía a designar a un gobernador sustituto que cerrara el circulo del periodo 2010-2016. Guardadas las debidas proporciones las declaraciones del senador Adán Augusto López recrean lo que en Veracruz se vivió en la etapa referida.
Ahora, la tormenta se cierne sobre la cabeza de quien preside la Junta de Coordinación Política del senado de la república mexicana, un acontecimiento inédito y trascendente porque involucra a la vez al partido político en el gobierno y al novel sistema político instaurado por el Movimiento de la denominada Cuarta Transformación. A MORENA porque expone a un componente de su elite en situación de grave predicamento. Al sistema político, porque Adán Augusto forma parte de la resistencia obradorista a la presidenta Sheinbaum y cualquiera que sea el resultado de ese affaire impactará, quiérase o no, en el acontecer presidencial. Lo peor no radica en localizar al ahora prófugo, porque la información acerca de su desempeño como jefe de seguridad estatal Allende el Bravo deben tenerlo registrado con puntual precisión, luego entonces, constituye un elemento de presión adicional a favor de aquel gobierno sobre el mexicano. En realidad, ahora el destino político de Adán Augusto ya no depende de su voluntad personal sino del desarrollo de las circunstancias que rodean su caso. Dice el senador: “Yo lo que tenía que decir, ya lo informé, espero que las autoridades hagan su trabajo, sus investigaciones. Hay mucha politiquería en todo esto”, “Es momento de cerrar filas en torno a la presidenta, en torno al gobierno”, y entre el desconcierto partidista surge el diputado ex panista emigrado a MORENA, Manuel Espino para comentar: «Lo dije y lo reitero: Si Felipe Calderón no sabía que su secretario de seguridad era narco, era por pendejo o por cómplice. Lo mismo digo respecto del senador Adán Augusto López». Sí, no son iguales, pero…
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