Sería injusto no reconocer el esfuerzo del gobierno federal para combatir s la delincuencia organizada y reducir los elevados niveles de inseguridad y violencia prevalecientes en el país; sin duda en esa materia traduce un señalado contraste con el gobierno antecesor, el de los “abrazos y no balazos” cuya médula paulatinamente se va descubriendo en los fuertes lazos de complicidad entre ciertas autoridades y el virulento concierto de los cárteles de la droga. Pero ese esfuerzo no alcanza a desvanecer el alto grado de inseguridad, desapariciones, extorsión y homicidios en el país, seis años sin molestar a aquella plaga provocaron su expansión territorial y fuerte enquistamiento. Por otro lado, pese a la presión del gobierno estadounidense, al gobierno presidido por Claudia Sheinbaum no le alcanza para proceder de inmediato a desatar las fuertes ligas entre ciertos servidores públicos con la delincuencia organizada y proceder legalmente en su contra. Ese desmantelamiento involucra una estrategia que exige tiempo e información de inteligencia, de adentro y fuera del país.
La experiencia histórica relativa al entramado para construir un poder presidencial transexenal nos remite al caso de Plutarco Elías Calles cuyo poder político le permitió definir su sucesión a favor del general Lázaro Cárdenas, a quien una vez electo rodeó de colaboradores adeptos al callismo, gobernadores y miembros del gabinete presidencial, diputados y senadores, lideres obreros y campesinos formaban un cerco que estrechaba la acción política del presidente Cárdenas. Transcurrieron dos años de beligerancia callista, no pasaron en balde porque el presidente organizó a campesinos (CNC) y Obraros (CTM) para consolidar una base popular adjunta a su proyecto, y cuando lo consideró oportuno dio el golpe mandando a Calles y seguidores muy cercanos al exilio, removió del gabinete a afines al callismo y destituyó gobernadores de esa línea, así concluyó el minimato del expresidente Plutarco Elías Calles. Actualmente, pese a analogías las circunstancias son otras, Calles exhibía su poder con declaraciones altisonantes, hoy la estrategia es discreta y sigilosa, aunque no invisible, se nota en la configuración y actitudes de grupos afines al expresidente. La amenaza de una hipotética intervención extraterritorial devenida desde allende el Bravo para combatir a los cárteles señalados como terroristas vino como anillo al dedo al gobierno mexicano porque operará como cuña para desmantelar las complicidades arriba apuntadas, y consecuentemente, lo que a una parte suma al otro resta, fortalecer a la presidenta. En esa inercia la colaboración entre los gobiernos de México y el de Estados Unidos redundará en la disminución de los índices de violencia e inseguridad que ahora aflige a la población mexicana. La historia enseña: Juárez no hubiera podido contra la invasión francesa sin el apoyo del gobierno estadounidense. Obregón no hubiera consolidado su poder en su lucha contra Carranza y después con los inconformes del movimiento delahuertista sin mediar compromisos con los Estados Unidos. No siempre la vecindad ha sido distante.
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