agosto 1, 2025

En Esta Hora

Porque la noticia… no puede esperar

Homicidio doloso “Sin ton ni son”

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La expresión “les guste o no les guste” en boca de un político con poder, se transforma en un acto de imposición.

En el lenguaje coloquial suena como “aquí nada más mis chicharrones truenan”. Poder de mando. El que paga manda.

Significa que es una realidad o una situación que se debe aceptar, independientemente de si a alguien le agrada o no.

Cuando Rocío Nahle usó esa frase para zanjar el doloroso caso de Irma Hernández Cruz –una maestra jubilada y taxista que murió en circunstancias que conmocionaron a la sociedad–, no estaba informando, estaba ordenando.

Con la frase “les guste o no”, pretendió cerrar el tema, imponer una versión oficial como verdad única, sin espacio para el duelo, la crítica o la duda razonable.

En un país donde las instituciones arrastran décadas de descrédito, la verdad oficial no es suficiente.

Decir “murió de un infarto” como sentencia irrefutable, y reforzarlo con un “les guste o no”, es negar a la ciudadanía el derecho a cuestionar, a contrastar, a indignarse.

En democracia, la verdad no se impone; se construye con transparencia, con pruebas, con sensibilidad.

Pero más allá de los hechos, la frase revela un talante. La altivez de quien se siente por encima del debate público.

La superioridad de quien cree que su palabra basta para silenciar a la sociedad. En tiempos donde el poder debería ejercerse con humildad, honestidad y vocación de servicio, ese “les guste o no” suena a desprecio.

La política no trata de mandar callar, sino de escuchar, dialogar y negociar.

No se trata de imponer certezas, sino de garantizar justicia. Y cuando una autoridad utiliza el lenguaje del autoritarismo para blindarse de la crítica, lo que hace es profundizar la desconfianza.

Porque sí, las palabras importan. Y en política, el cómo las expresas es tan revelador como el qué se dice.

“Les guste o no” no es solo una frase desafortunada; es un retrato de cómo entienden el poder algunos gobernantes: no como una responsabilidad ante el pueblo, sino como un privilegio que no admite réplica.

Y eso, en una democracia, no debería gustarnos a nadie.

Pero, cada cabeza es un mundo.

Finalmente, la muerte de la maestra Irma fue por homicidio doloso que subraya la impunidad y jactancia de los delincuentes.

Además, patentiza la inepta frialdad para combatir a los grupos criminales que pululan por la entidad y que asesinan “sin ton ni son”.

Imagen de portada: https://www.pinterest.com/

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