En el caso de las frases “Por la boca muere el pez” o “El pez por la boca muere”, el orden de las palabras no cambia en nada su sentido y, es precisamente lo que le ocurrió al senador petista, hoy neomoreno, que su vida entera ha sido el “parlanchín” más mediatizado en el ámbito de la política nacional.
Y no es que cualquier actor político o periodista alguno, le ande buscando los “tres pies al gato”, no, es el propio Fernández quien se coloca de “a pechito” con sus declaraciones y actitudes.
Aclaro, de ninguna manera puede uno oponerse o criticar a una persona que con sus propios recursos viaje por donde quiera y en las condiciones que quiera, que gaste su dinero en ropa, comidas y lujos, hasta donde le alcance su “guardadito”, no, si sus gastos son producto de sus haberes como persona que trabaja, que produce, así, de ninguna manera se puede juzgar su modo de vivir y de gastar, en tanto no molesten a terceros con su actuar.
En el caso de Fernández, es porque se ha ganado “a pulso” ser “ventaneado” y cuestionado por todos sus antecedentes y, especialmente, porque su actuar y sus palabras, son totalmente opuestas a los principios o postulados de la 4T, a ese discurso de la justa medianía, de dos pares de zapatos, de 200 pesos en cartera, de no ser aspiracionista, por eso, no por otra razón, se le cuestiona, por su hablar, hablar, hablar y decir, decir decir, decir, todo aquello que es posible decir en contra de la gente trabajadora, productiva y que con sus recursos propios hace crecer su patrimonio que le permite tener ciertos lujos.
Esa es la ecuación… decir una cosa y hacer otra, o como dicen “Tirar la piedra y esconder la mano”, esa ha sido la ruta “parlanchina” de este senador que se ha ganado el calificativo, que no título, de ser el más arbitrario y exhibicionista presidente de la Cámara de senadores.
Su vida entera había sido crítico del sistema, hasta que llegó a formar parte del sistema, bueno, hasta que el sistema lo premió, porque ya había sido legislador pero de esos, del montón, de los que no les toca “rebanada del pastel” exclusivo para la “élite” del poder… Hoy, le ha tocado y se desbocó, convirtió su boca en una ametralladora de sandeces y agresiones que hoy, se han convertido en elementos de la autocreación de su propio némesis.
Dicen que “En la casa del jabonero, el no cae, resbala” y nuestro personaje está como en una resbaladilla, así que si ya empezó a resbalar, seguro no tarda en caer, lo que es lógico, ya que al dejar la presidencia de la cámara, volverá a ser del montón.
Lo peor, al cuestionar y fustigar a quienes se han logrado hacer de una buena propiedad, una casa amplia, cómoda y muy bien acondicionada, de “matraquear” en contra de quienes acostumbran, desde siempre, acudir a los restaurantes y hoteles de 5 estrellas, él, Fernández, ahora se ha convertido en un fans de esos hábitos y costumbres, lo que choca con los decires de los altos mandos del morenismo.
Es de justicia y de pleno derecho, en cualquier parte del mundo, que quien ha trabajado y consolidado su patrimonio y gasta su dinero en lo que quiera, puede hacerlo con total y absoluta libertad, desafortunadamente, en el caso de Fernández, el hacerlo, no cuadra con lo que dicen algunos morenistas (él como gran protagonista)… aclaro, no todos, porque hay muchos militantes de Morena que han construido honradamente su patrimonio y lo gastan como mejor les conviene, pero éstos, no parafrasean a cada rato los postulados de la “justa medianía”… militan, trabajan para la causa, pero hacen un correcto uso del idioma… Son gente decente que tomó la decisión de caminar por esa ruta, quizás con el “alma adolorida” , pero dejando de lado el odio, los rencores y la envidia.
Así que Fernández construyó su propia cama y de no cambiar actitud y verborrea, terminará por ser un artículo desechable de Morena.
Y su declaración de ayer, nuevamente confrontando, es más bien lo que la clase media debería de preguntarle a Fernández y morenistas que se escudan en la llamada justa medianía:
“Dígannos dónde debemos vivir. Dígannos qué vehículo tenemos derecho a usar. Dígannos en qué lugar tenemos derecho a comer. Dígannos qué ropa tenemos derecho a usar”…
Así es, su dislocado uso de la lengua y de la verborrea, lo están llevando a una caída sin retorno.
Finalmente: El show del cierre del periodo de sesiones de la Comisión Permanente, es solo el resultado de encontrarse en un escenario de democracia, de derecho y de civilidad, dos personajes que estarían mejor en un circo.
Historias similares
Manuel Espino, diputado morenista y exdirigente nacional del PAN, está en terapia intensiva
El grito en voz de mujer
Gritos por Adela!