septiembre 11, 2025

En Esta Hora

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El transfuguismo político: una práctica que socava la confianza ciudadana y debilita la democracia

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Apuntes de Rubén Ricaño para En Esta Hora.- En toda democracia representativa, la relación entre los electores y sus representantes debe sustentarse en la confianza, la congruencia y el respeto al mandato popular. Cuando un político es electo bajo las siglas y el programa de un partido político, adquiere no solo una responsabilidad individual, sino un compromiso institucional con la ciudadanía que depositó en él su confianza.

Sin embargo, la práctica conocida como transfuguismo político, consistente en que un representante electo decida cambiarse a otro partido durante el periodo para el cual fue electo, constituye una grave distorsión de esa relación de confianza. Este fenómeno, lejos de ser un simple acto de libertad personal, implica una alteración del equilibrio democrático y vulnera el derecho de la ciudadanía a contar con representantes que actúen conforme al mandato original que les fue conferido en las urnas.

Más allá de las justificaciones individuales, el transfuguismo tiene efectos concretos y dañinos: debilita los partidos como instituciones fundamentales de la democracia, distorsiona la representación popular, y en muchos casos responde a motivaciones oportunistas alejadas del interés público. No es casual que en diversos países se hayan adoptado normas para restringir o sancionar esta práctica, entendiendo que proteger la voluntad popular y la integridad del sistema político es una prioridad democrática.

Por ello, resulta legítimo plantear la necesidad de mecanismos legales que obliguen a quienes deseen abandonar el partido por el que fueron electos, a renunciar también al cargo público que ostentan, permitiendo que dicho espacio sea ocupado conforme al mandato y la voluntad original de los votantes.

Esta no es una discusión sobre la libertad individual de militar o no en determinado partido, sino sobre la responsabilidad ética y política que implica representar a la ciudadanía de manera congruente y transparente. Defender la democracia implica garantizar que los cargos públicos no se conviertan en moneda de cambio ni en instrumentos al servicio de intereses personales o de coyuntura.

La democracia se construye con principios, no con atajos.

Imagen: https://elmontonero.pe/ (Perú)

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