Cada 13 de julio, el mundo detiene por un momento su rutina para rendir homenaje a un género que no solo cambió la música, sino también la historia: el rock and roll. Esta fecha emblemática conmemora el concierto benéfico Live Aid de 1985, que reunió a algunos de los artistas más grandes del planeta —Queen, U2, The Who, David Bowie y Led Zeppelin— en un esfuerzo sin precedentes para combatir la hambruna en Etiopía. El evento recaudó millones de dólares, al mismo tiempo que demostró el poder transformador del rock como lenguaje universal.
Desde entonces, el Día Mundial del Rock se celebra como un tributo al legado sonoro y cultural de un género que nació en la rebeldía y se convirtió en bandera generacional. En esa historia figuran nombres inmortales: The Beatles, con su innovador Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band; The Rolling Stones, con su icónico Exile on Main St.; Pink Floyd y su viaje psicodélico en The Dark Side of the Moon; Led Zeppelin con la majestuosidad de IV; y Queen, cuyos himnos como Bohemian Rhapsody redefinieron lo que una banda de rock podía ser.
También hay que hablar de rivalidades legendarias que marcaron época. La eterna comparación entre The Beatles y The Rolling Stones dividió a los fans británicos durante los 60. Mientras los de Liverpool parecían más pulcros y melódicos, los Stones apostaban por la crudeza del blues y una actitud más provocadora. No obstante, ambos grupos se influenciaron mutuamente, construyendo una década dorada que hoy sigue inspirando.
Décadas después, otra guerra fraternal sacudió la escena del Britpop en los 90: Oasis vs Blur. Mientras los Gallagher traían guitarras pesadas y letras callejeras desde Manchester, Damon Albarn y compañía ofrecían una visión más arty y londinense del rock alternativo. La tensión mediática entre ambas bandas alcanzó niveles absurdos —con lanzamiento simultáneo de sencillos incluido (Country House y Roll With It)— y terminó convirtiéndose en uno de los capítulos más apasionantes de la historia musical reciente.
En América, bandas como Guns N’ Roses con Appetite for Destruction, Nirvana con Nevermind y Pearl Jam con Ten renovaron el espíritu del rock en los años 80 y 90. Mientras tanto, Bon Jovi y Aerosmith llenaban estadios con poderosas baladas y riffs inolvidables (Always y Crazy), consolidando al rock como un fenómeno global.
Y aunque en la actualidad el género ha cedido espacio a corrientes más comerciales en las listas de popularidad, su legado sigue vivo. Este 2025, la industria ha vuelto a mirar hacia el pasado con ilusión gracias al anuncio del esperado regreso de Oasis, quienes tras 16 años de separación regresan a los escenarios más grandes del mundo con su gira Oasis Live 25. La posibilidad de ver nuevamente a Liam y Noel Gallagher en un mismo escenario es una bocanada de aire fresco para los millones que aún creen en el poder del rock. Y los ingleses no han decepcionado: su regreso ha superado todas las expectativas, tanto de crítica especializada y fans, quienes, después de atestiguar los llenos totales en Cardiff y en el Heaton Park de Manchester, ven en ellos la esperanza de que el rock no haya muerto del todo.
El Día Mundial del Rock no solo celebra discos, bandas o conciertos. Celebra una actitud, un espíritu inconforme, una emoción visceral. Y mientras existan guitarras distorsionadas, letras que incomodan y fans que agiten la cabeza al ritmo del bajo, el rock and roll seguirá siendo eterno. Porque como alguna vez dijo Neil Young: “Es mejor quemarse que apagarse lentamente”.
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