noviembre 27, 2025

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El Déficit de Lectura que Afecta al PIB 

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Leer no da la sabiduría, pero da la munición para que el pensamiento la desarrolle

Carlos Fuentes 

La mayoría de nuestros problemas como país se deben a que no leemos y ni escuchamos. Decía José Emilio Pacheco “Los límites del lenguaje son los limites del pensamiento”, y cuanta razón tenía, pero no entraré mucho en ese escabroso mundillo. 

Lo que sí les quiero platicar es que, en el diagnóstico económico nacional, a menudo nos obsesionamos con el tipo de cambio, las tasas de interés y la inversión extranjera. Sin embargo, estamos ignorando el déficit más costoso y estructural que enfrenta México, el déficit de Capital Humano causado por un bajo nivel de lectura y, más críticamente, de comprensión lectora. 

Los datos recientes son alarmantes, y desde una perspectiva económica, no solo representan un problema cultural, sino un freno directo a la productividad y la innovación.

El Módulo sobre Lectura (MOLEC) 2024 del INEGI, arroja luz sobre una tendencia que debe preocuparnos profundamente. Aunque hubo un ligero repunte en el último año, el porcentaje de población alfabeta de 18 años y más, que declaró haber leído algún material fue del 69.6%. 

La cifra más preocupante es la tendencia a largo plazo, esta métrica ha disminuido 14.6 puntos porcentuales desde 2015. Esta disminución se complementa con una autopercepción de comprensión insuficiente, solo el 21.9% de la población lectora considera que comprendió toda su última lectura, y el 58.9% declaró haber comprendido solo la mayor parte. Una lectura economicista de esto, se traduce en una fuerza laboral con baja capacidad de análisis y síntesis. 

Una instrucción mal comprendida, un manual técnico mal interpretado o un contrato no asimilado, se convierten en costos operativos, desperdicio de recursos y baja calidad en la producción. La falta de comprensión lectora actúa como un impuesto invisible sobre toda nuestra economía.

A partir de ese vaso comunicante, en un mundo impulsado por la tecnología y la información, la lectura de calidad es el gimnasio del pensamiento crítico. Comparto plenamente la visión de especialistas en educación como Guillermo Parás Treviño, quien ha insistido en que es fundamental promover la lectura de libros y textos que desarrollen el análisis crítico, y no solo el consumo superficial de contenidos de redes sociales. 

La lectura profunda nos permite analizar escenarios complejos, innovar conectando ideas dispares y adaptarnos tecnológicamente aprendiendo rápidamente nuevos sistemas. Sin estas capacidades, nuestra mano de obra queda confinada a tareas de bajo valor agregado, frenando la transición de México hacia una economía del conocimiento, de lo contrario continuaremos en la economía informal, proclive a los actos delictivos. 

Al situar nuestros indicadores en el contexto global, la situación es desoladora. Diversos reportes basados en metodologías de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) han señalado a México en puestos alarmantes, incluso en el lugar 107 de 108 países en índices de hábitos de lectura en mediciones anteriores. 

Mientras naciones desarrolladas registran promedios muy superiores de libros leídos al año, el promedio en México se mantiene peligrosamente bajo (el MOLEC 2024 reporta un promedio de 3.2 libros por año para la población lectora). 

Este no es un problema de libros, sino de infraestructura cognitiva. Un país que lee menos y comprende peor, es un país que pierde competitividad frente a sus pares. Los inversionistas buscan talento que pueda manejar complejidad, y nuestra baja capacidad lectora es un indicador de riesgo que desalienta la inversión en sectores de alta tecnología.

En el entendido de lo anterior, si partimos de que la Lectura, es una Inversión con Rendimiento Máximo. Para corregir esta tendencia, debemos dejar de ver la lectura como un mero programa cultural o una tarea escolar. Es una inversión de infraestructura productiva.

Es necesario que el sector empresarial, en conjunto con el educativo, promueva activamente la lectura crítica como un activo de hard skill. Necesitamos una medición enfocada en la comprensión, ir más allá del cuánto se lee y enfocarnos en cuánto se retiene y se analiza

Además, las empresas deben implementar planes de carrera basados en lectura que promuevan la asimilación de literatura técnica, científica y humanística como vía para el ascenso profesional, además en las mallas curriculares debería existir una materia llamada: cultura general, toda vez que se avecina espacios de charla limitados. 

El bajo nivel de lectura en México es una oportunidad perdida de crecimiento económico. La única forma de aumentar el valor de nuestro capital humano y de nuestro PIB es elevando la calidad de nuestro pensamiento, y la clave de ese elevador se encuentra en una página impresa o digital, toda vez que de seguir así existirán legiones de analfabetas y profesionistas funcionales, que no entienden lo que leen. 

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