En el ámbito de la teoría política, el valor de la palabra empeñada es fundamental. Existen casos históricos en los que un compromiso verbal,incluso sin un respaldo escrito, constituyó la máxima garantía de un pacto.
Sin embargo, en la práctica actual, los compromisos políticos han perdido su peso. Con frecuencia, los líderes políticos prefieren anteponer sus intereses personales a las promesas formuladas.
No es coincidencia que la mayoría de las confrontaciones, reclamos y actos de revancha entre políticos sean consecuencia directa del incumplimiento de acuerdos verbales. Ante esta falta de confianza, la mera palabra ya no es suficiente. Por ello, se ha popularizado la práctica de firmar “convenios privados”, en los que se detallan los compromisos de las partes. Estos documentos, en ocasiones, cuentan con la participación de testigos e incluso
son protocolizados ante un notario. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando el conflicto escala y una de las partes agraviadas difunde el famoso “convenio privado”? La ruptura es total e irreversible.
Un ejemplo es el conflicto entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Coahuila, que surgió a raíz del “reparto de huesos” tras la elección de gobernador en 2023. La alianza que llevó a Manolo Jiménez Salinas al triunfo se basó en un pacto para distribuir cargos públicos y candidaturas para futuros procesos electorales. El entonces dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, denunció el incumplimiento del
acuerdo y reveló públicamente la existencia del convenio por escrito. En el documento, el PRI se comprometía a otorgar al PAN puestos en el gobierno estatal, notarías y candidaturas para las elecciones de 2024, incluidas las
alcaldías de Monclova y Torreón. Aunque la difusión del acuerdo no produjo un beneficio tangible para el PAN, sí expuso de manera lamentable las prácticas privadas de los líderes políticos en México.
En el estado de Veracruz, la desconfianza es una práctica frecuente. Un dicho popular ilustra esta realidad: “En campaña, ofrece todo; en el poder, no cumplas nada”. Un ejemplo de esto se dio en las elecciones de 2024. Es el
caso de Alberto “Beto” Cobos, quien, al no ser postulado por Morena en Alvarado, se sumó al Partido Verde y ganó la elección. Asimismo, el Partido del Trabajo (PT), al no formar una alianza total con Morena, postuló a
candidatos que contaban con trabajo de bases morenistas, obteniendo triunfos propios en municipios como Lerdo de Tejada, Jalacingo, Vega de Alatorre y Sayula de Alemán.
Este contexto nos lleva a la reciente confrontación entre el dirigente estatal de Morena, Esteban Ramírez Zepeta, y el senador Manuel Huerta, de origen petista. Ramírez Zepeta ha acusado a Huerta de operar en favor de otros
partidos y de perjudicar a Morena, lo que sugiere el incumplimiento de compromisos. De ser así, ¿En algún momento se conocerán?
¿Usted qué opina?
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