septiembre 12, 2025

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Cuando la oscuridad parece volver

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El mundo atraviesa un momento sombrío. Se habla de una guerra inminente, pero en realidad ya comenzó en distintas partes del planeta. La violencia, la intolerancia, los nacionalismos extremos y los fanatismos religiosos vuelven a levantar la cabeza, como si la humanidad no hubiera aprendido nada de sus tragedias pasadas.

México no está al margen de estos acontecimientos globales. Al contrario, nuestra vida diaria se ve influida por ellos: la economía, la migración, la seguridad y hasta la estabilidad democrática dependen en gran medida de lo que ocurre fuera de nuestras fronteras. Y sin embargo, pareciera que una gran parte de la sociedad prefiere no mirar, encerrándose en mundos personales, como si la realidad no los fuera a alcanzar.

Pero nos alcanzará. Tarde o temprano, lo que sucede en los escenarios internacionales impactará en lo local. Ningún país, ninguna comunidad, ninguna familia podrá escapar de este reacomodo de fuerzas que se vive en el mundo.

Estamos, una vez más, frente a la eterna lucha entre el bien y el mal. Y en medio de ella se encuentra la gente común y corriente, confundida, sin saber de qué lado colocarse, incluso defendiendo a religiones o ideologías políticas que, de implantarse en su propio país, les arrebatarían las libertades de las que hoy disfrutan.

¿Qué hacer ante este panorama desalentador?
La respuesta no puede ser la indiferencia. No hacer no es opción. La pasividad es el terreno fértil para que avancen los totalitarismos.

Es necesario abrir los ojos, informarse, analizar con criterio, fortalecer la vida comunitaria, defender los valores humanos universales y no ceder a los fanatismos. Solo así podremos resistir y construir futuro en medio de la tormenta.

La historia demuestra que, incluso en los tiempos más oscuros, la humanidad ha sido capaz de rehacerse a partir de la conciencia, la solidaridad y la acción colectiva. Este es uno de esos momentos. Y está en nosotros decidir de qué lado de la historia queremos colocarnos.

Por Rubén Ricaño Escobar

El mundo atraviesa un momento sombrío. Se habla de una guerra inminente, pero en realidad ya comenzó en distintas partes del planeta. La violencia, la intolerancia, los nacionalismos extremos y los fanatismos religiosos vuelven a levantar la cabeza, como si la humanidad no hubiera aprendido nada de sus tragedias pasadas.

México no está al margen de estos acontecimientos globales. Al contrario, nuestra vida diaria se ve influida por ellos: la economía, la migración, la seguridad y hasta la estabilidad democrática dependen en gran medida de lo que ocurre fuera de nuestras fronteras. Y sin embargo, pareciera que una gran parte de la sociedad prefiere no mirar, encerrándose en mundos personales, como si la realidad no los fuera a alcanzar.

Pero nos alcanzará. Tarde o temprano, lo que sucede en los escenarios internacionales impactará en lo local. Ningún país, ninguna comunidad, ninguna familia podrá escapar de este reacomodo de fuerzas que se vive en el mundo.

Estamos, una vez más, frente a la eterna lucha entre el bien y el mal. Y en medio de ella se encuentra la gente común y corriente, confundida, sin saber de qué lado colocarse, incluso defendiendo a religiones o ideologías políticas que, de implantarse en su propio país, les arrebatarían las libertades de las que hoy disfrutan.

¿Qué hacer ante este panorama desalentador?
La respuesta no puede ser la indiferencia. No hacer no es opción. La pasividad es el terreno fértil para que avancen los totalitarismos.

Es necesario abrir los ojos, informarse, analizar con criterio, fortalecer la vida comunitaria, defender los valores humanos universales y no ceder a los fanatismos. Solo así podremos resistir y construir futuro en medio de la tormenta.

La historia demuestra que, incluso en los tiempos más oscuros, la humanidad ha sido capaz de rehacerse a partir de la conciencia, la solidaridad y la acción colectiva. Este es uno de esos momentos. Y está en nosotros decidir de qué lado de la historia queremos colocarnos.

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