De hace una semana a estos días, Ricardo Ahued ha sido blanco de ácidos comentarios relativos a su desempeño como secretario de gobierno en la entidad veracruzana, cuando apenas cumple seis meses en ese cargo donde tiene bajo su encomienda la operación política, eso implica la elevada responsabilidad de mantener en calma a Veracruz y tejer fino en las relaciones del gobierno con grupos- de interés y de presión- para evitar sobresaltos que descompongan el contexto social. A Ricardo Ahued le corresponde la función de quien lleva el timón de un barco atendiendo las órdenes del capitán para conducirlo a buen puerto. Durante los seis meses de su permanencia en ese encargo se celebró la elección para el relevo de mandos municipales, lamentablemente ese proceso no estuvo exento de hechos violentos reflejados en tres candidatos asesinados y 16 aspirantes amenazados. Según la Organización Data Cívica la violencia política en Veracruz no es un fenómeno nuevo, “la entidad ocupa el tercer lugar nacional con más casos de esa naturaleza desde el 2018”. “La violencia extrema contra actores políticos es solo la cara más visible de la búsqueda del crimen organizado por influir en las decisiones políticas…”. Ese contexto de violencia es heredado, imposible de revertirse en solo seis meses de un gobierno, de cualquier signo político. ¿Será esa la causa de la campaña desatada en contra de Ricardo Ahued?
Debe presumirse que Ahued habría pisado callos gruesos y por ello es la furibunda embestida en su contra, porque hace seis años a estas alturas del gobierno de Cuitláhuac García ya se habían suscitado hechos de violencia con virulentos mensajes: en Chinameca, cuando Cuitláhuac anunció la habilitación de un relleno sanitario en ese territorio fue duramente increpado por una población inconforme que dio preocupantes señales de impedirle su salida del lugar. Muy poco después sobrevino la masacre en el centro nocturno “Caballo Blanco” donde murieron decenas de parroquianos. El secretario de gobierno de ese entonces, Eric Cisneros, declaró que en esta entidad operaban seis cárteles de la delincuencia organizada, pero, en contraste con lo que ahora se exige de Ahued, no se escucharon los reclamos insertos en pasquines profusamente difundidos. Sería banal conjeturar que la andanada Anti-Ahued es fruto de una conjura para retraerlo de propósitos futuristas, porque para 2030 si bien solo median cinco años, la dinámica de las circunstancias hace imprevisible definir qué actores políticos participarán en aquella sucesión de gobierno. Pero, tomando en cuenta la cercanía y confianza que la mandataria estatal le confiere a su secretario de gobierno, nada garantiza que el golpeteo contra el secretario de gobierno se circunscriba solo a su persona, y el designio de esa campaña pudiera ser la desestabilización de un gobierno que comienza a caminar. Ricardo Ahued no es un novicio en política, de 2004 cuando lo buscó el PRI para ofrecerle la candidatura a la alcaldía de Xalapa hasta ahora ha desempeñado cargos de elección popular y en la administración pública federal con bastante solvencia. Su exitoso desempeño en la alcaldía 2004-2007 fue aval para ofrecerle la candidatura a diputado, local y federal. En 2018 López Obrador le ofreció la candidatura por MORENA al senado y compitió en fórmula junto a la actual gobernadora obteniendo sonado triunfo electoral. Por órdenes de AMLO fue Director de Aduanas, donde el que no cae, resbala y regresó al senado de donde inusitadamente MORENA lo sacó para que le sacara las castañas del fuego en Xalapa, tras la desastrosa administración municipal de Hipólito Rodríguez. Ya en la alcaldía por segunda ocasión Ahued y Alberto Islas, su sucesor, han realizado una obra pública de dimensiones inéditas. Todo eso hace bulto y en política a veces el camino está sembrado de ortigas.
Foto de portada: https://editorialcorprens.com.ar/ y EnEstaHora (empalme de imagenes)
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