En Veracruz, donde los excesos y el cinismo parecen haberse estacionado, el caso de Álamo Temapache podría marcar un precedente histórico.
La mansedumbre de los ediles llegó a su límite.
Presentaron ante el Congreso del Estado una denuncia de juicio político contra la alcaldesa Blanca Lilia Arrieta Pardo; solicitan su remoción inmediata del cargo.
Los argumentos son graves: corrupción, abandono del deber, abuso de poder y acoso laboral, principalmente contra trabajadores del Ayuntamiento.
De acuerdo con los regidores, la presidenta ha convertido la administración en un feudo personal, marcado por el desorden, la arbitrariedad y la ausencia.
Señalan que ha salido del país al menos cinco veces durante su gestión –sin permiso ni notificación al Cabildo–, dejando a la deriva los asuntos del municipio.
En un territorio golpeado por la pobreza y la reciente devastación de las lluvias, el liderazgo no solo se ausenta físicamente: se evapora moralmente.
Los testimonios internos describen un clima laboral insoportable.
Violencia verbal, hostigamiento y humillaciones se han vuelto parte de la rutina, especialmente hacia las empleadas del Ayuntamiento.
“El poder se le subió a la cabeza”, confiesan algunos de sus colaboradores, quienes ya no temen hablar tras la presentación formal de la denuncia.
La imagen pública de Arrieta Pardo se desplomó en el fango que dejó la tragedia.
Durante su reciente visita a las zonas afectadas por las inundaciones, fue abucheada y corrida por los propios pobladores, hartos de su indiferencia.
La escena resume el sentir de un pueblo que no solo enfrenta los estragos del agua, sino también la descomposición política de su gobierno local.
Mientras tanto, el Congreso tendrá que actuar con seriedad. No se trata de un conflicto político menor ni de una “vendetta” partidista: se trata de la pérdida de confianza ciudadana en una autoridad que ha dejado de representar a su pueblo.
AMLO escupió para arriba cuando en septiembre de 2016, previo a las elecciones de 2018, criticó a la alternancia política:
“Ahora se pueden postular para las elecciones a una vaca y a un burro y gana la vaca o gana el burro, y son los mismos fulanos y menganos, puercos y cochinos, cerdos y marranos”.
Álamo no necesita una alcaldesa viajera ni un gobierno de autoritarismo doméstico. Necesita dirección, transparencia y empatía.
Ojalá el Legislativo no mire hacia otro lado.
Porque mientras la presidenta Blanca Lilia siga volando, el municipio se hunde más.
Otro factor más en contra: la violencia sigue imparable.
¿Dónde quedó la mano “firme” del poder estatal?
Vecinos de zonas afectadas cuestionan a la alcaldesa Blanca Lilia: ¿Hasta ahora te presentas? y, en su reclamo le avientan puños de lodo
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