agosto 8, 2025

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Abstencionismo, fenómeno endémico en México

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Antaño, durante los años de la “dictadura perfecta” (Vargas Llosa dixit), y del PRI hegemónico, el abstencionismo electoral fue una variable permanente en cuanto proceso electoral había, aunque menos notable en elecciones municipales. Se explicaba ese fenómeno con el sólido argumento fundado en la muy certera apreciación respecto de quien seguramente sería electo, “para qué votar si ya sabemos quién va a ganar”, esa era la máxima popular más extendida para justificar la abstención. En aquellos años, para “motivar” la asistencia a las urnas se llegó a presionar a los empleados públicos con la amenaza de disminuirle el sueldo o no concederle la plaza en el trabajo. Incluso se analizó la imposición de multa pecuniaria por no votar. Pero el tiempo pasó, los albores democráticos surgieron después de la elección de 1988, la creación del IFE en 1990 y las subsecuentes reformas electorales para otorgar seguridad y confianza a los resultados electorales. Pero aún con esos avances el abstencionismo ha seguido su inmutable marcha, aunque ciertamente con menor vigor porque en elecciones presidenciales ultimas ha sobrepasado al 50 por ciento del padrón electoral. Ya hemos experimentado tres alternancias partidistas en la presidencia y un sin numero en elecciones estaduales y municipales con menor o mayor rango abstencionista. Aun la promoción del gobierno de AMLO en dos consultas públicas no se rebasó el 15 por ciento. Pero la elección judicial se ha llevado el récord de abstencionismo, pues más del 80 por ciento del padrón electoral se abstuvo de participar ¿Acaso porque presentía un resultado amañado? La respuesta sería especulativa, pero sin duda la difusión de acordeones circulando con nombres para ser votados aumentó la dosis abstencionista.

Desde la mañanera se convocaba: «… no hay que dejar de ir a votar el 1 de junio, porque vamos a dar un ejemplo al mundo, ya somos un ejemplo del mundo (…) estamos dando ejemplo al mundo en democracia (….) Aquí el pueblo decide, el pueblo manda en nuestro país y también va a mandar ahora, para decir quiénes quieren que sean sus ministros, sus magistrados, sus jueces, eso se llama democracia». No hubo eco, y si abstenerse refleja estar en contra entonces esta elección cargada de irregularidades debiera anularse (infantil sería esperarlo así) porque una abrumadora mayoría repulsó ese bodrio electoral. Sin embargo, ya todo lo que se diga irá a lo anecdótico porque el despropósito es irreversible. Coincidió la elección judicial con elecciones municipalistas en Durango y Veracruz, en la entidad norteña gobierna el PRI, que en alianza con el PAN sacaron la mejor parte; en Veracruz gobierna MORENA y quizás por el efecto del mal gobierno de Cuitláhuac García (¿voto de castigo?) el partido en el gobierno no alcanzó el número de municipios ganados en 2021. Las causas de esa mengua pueden ser multifactoriales, aparte del efecto Cuitláhuac, pudiera atribuirse a un latente descontento social, a una pésima operación política de la dirigencia partidista estatal, compartida con la presidenta nacional de ese partido que estuvo directamente involucrada en este proceso. En Durango, el responsable fue “Andy” López Obrador, a quien no le alcanzó el nombre para remontar las ventajas del PRI-PAN. Pero aprovecha para quejarse y pedir que no le llamen “Andy” porque está orgulloso de su nombre de pila por el legado recibido de su padre. En esa tesitura no escapó a la andanada retórica de “Alito”: “… saliste peor que tu papá. Tú ni con todo el poder, ni con todo el dinero, ni con todo el aparato que te pusieron, logras operar nada. Eres un cero a la izquierda con cargo”. Quizás en esto “Alito” pudiera acertar, pero lo que no tiene es vergüenza porque vino a Veracruz a presumir “avances” de su partido, en una elección donde el PRI fue relegado al quinto lugar, y él mismo, en la evaluación de su directiva no registra ni pírricas ganancias, sino incontables pérdidas. En cuanto al modelo “democrático” escogido como ejemplo mundial la Comisión de la Organización de Estados Americanos ya dio su veredicto: “no recomienda que este modelo de selección de jueces se replique para otros países de la región”. Lamentablemente, palo dado ni Dios lo quita”.  

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