noviembre 27, 2025

En Esta Hora

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Sheinbaum… EN CAÍDA LIBRE

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Por décadas, México ha sido un país adiestrado al liderazgo fuerte, casi mesiánico.

Hoy, esa tradición está más viva que nunca y se ha convertido en el mayor obstáculo para el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.

La mandataria enfrenta no solo la compleja realidad nacional –violencia, inseguridad, un sistema de salud mermado, una economía en vilo, corrupción enquistada en todos los niveles, impunidad insultante y una educación en caída libre –sino también un lastre político impuesto desde Palacio Nacional: los grupos morenistas elegidos por el antecesor, que no responden a la presidenta, sino al caudillo que los acomodó ahí.

La señora Sheinbaum debe tomar una decisión histórica: México o López Obrador. El país o el mentor. El futuro o los pactos.

Ese dilema quedó exhibido cuando pronunció la frase que estremeció a su propio gabinete: “si me dejan terminar el sexenio…”

No fue un desliz. Fue un grito involuntario de auxilio.

Porque la presidenta gobierna bajo sospecha, bajo presión, bajo una sombra perversa. No la suya, sino la de López Obrador, quien, aunque retirado en teoría, manipula en la práctica.

Los operadores políticos del caudillo se disputan el control del gobierno y –como banda de poder sin batuta institucional—retan, sin sobresaltos, a la autoridad presidencial.

El mensaje es brutal: la silla es de México, pero el poder sigue siendo de AMLO.

Y mientras morenistas se devoran entre ellos en la lucha sucesoria adelantada, el país hierve.

La masiva e inédita protesta de la Generación Z y el movimiento del Sombrero, hasta la saciedad de la ineficiencia federal y la indolencia de los gobernadores, es un parteaguas.

Jóvenes que no le temen a la plaza pública ni a los provocadores disfrazados de manifestantes espontáneos ni al linchamiento digital. Jóvenes que alzan la voz y exigen lo básico: un país que funcione y un gobierno que gobierne.

El shock alcanzó a las élites políticas. Ya no pueden minimizar el hartazgo, ya no pueden culpar a los gobiernos anteriores, ya no pueden esconder la realidad bajo propaganda.

Están frente a una nueva ciudadanía que no nació para aplaudir ni para obedecer.

Sheinbaum no solo está sentada en la silla presidencial; está sentada sobre un artefacto explosivo destructor de extremas consecuencias.

La revocación de mandato no es un trámite constitucional más: es un monstruo que la 4T creó para exhibir legitimidades, y ahora puede ser factor pernicioso contra ella.

La presión política podría marginarla a dejar la presidencia antes de llegar a esa testificación.

La autoridad que heredó, también la puede derrocar.

México enfrenta un parteaguas. Y la mandataria también.

Gobernar con categoría de Estado implica asumir el poder completo, no administrarlo a medias.

La historia no recordará a quién obedeció, sino a quién ejerció el mandato.

El dilema ya está escrito: o gobierna México o gobierna el caudillo.

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