Hace once años, Marvel Comics publicó una historia que, en su momento, parecía una exageración futurista propia de historietas: Tony Stark (Iron Man), bajo los efectos de un hechizo que invirtió su eje moral, lanzó Extremis 3.0, una aplicación capaz de generar perfección física y belleza instantánea a sus usuarios. Al principio, el gancho es que se ofrecía de manera gratuita para generar adicción; sin embargo, la sorpresa vendría al revelar el precio real al término del periodo de prueba: 99.99 dólares diarios. La perfección, evidentemente, no se podía regalar.
En aquel entonces, la trama del Superior Iron Man sonaba a una advertencia de psi-fi acerca del ego, la dopamina, la tecnología y el poder de manipular las necesidades humanas más profundas. Y es que Tony Stark había convertido la dependencia tecnológica en un producto premium. Hoy, esa ficción parece más cercana que nunca.
Vivimos en una era donde las aplicaciones no nos prometen perfección física, pero sí una versión «mejorada» de nosotros mismos: más productivos, más creativos, más eficientes y más bellos. Las herramientas con inteligencia artificial integrada ya escriben, piensan, crean música, diseñan, e incluso nos aconsejan (a quien se deja). Todo a tan sólo un clic de distancia… hasta que deja de ser gratuito.
Las suscripciones mensuales, los planes “pro” y las funciones exclusivas me recordaron inevitablemente al modelo de Stark: primero la atracción a través del acceso libre, después la dependencia y, finalmente, el cobro desmedido. Y aunque hoy no hay un “Extremis” como tal que modifique nuestros cuerpos, sí hay algoritmos que moldean nuestras decisiones, gustos y prioridades, así como apps que modifican nuestra apariencia creando fotos o videos que difícilmente se pueden distinguir como falsos.
Por ejemplo, la popular app de belleza FaceTune te regala una semana gratuita para que navegues ampliamente sobre todo su contenido y pruebes las capacidades que ofrece para mejorar tu aspecto, peso e imperfecciones físicas que resaltan en algunas fotos. No obstante, al finalizar la prueba, te invitan a suscribirte a su servicio a cambio de $199.00 semanales o $1799.00 anuales.
Las apps de productividad no están muy lejanas. La versión Plus de ChatGPT cobra $399.00 mensuales para poder usar todo su potencial al máximo. Desde consultas breves, hasta desarrollo de texto y creación de imágenes divertidas o videos, los usuarios deben comprar una suscripción o el servicio alcanza un límite por día generando también una necesidad o una adicción.
La línea entre la ciencia ficción y la realidad nunca fue tan delgada. Quizá Tony Stark no estaba tan lejos de predecir el futuro: un mundo donde la tecnología promete hacernos mejores, pero a cambio, nos pide algo más valioso que el dinero: nuestra atención, nuestros datos y, a veces, nuestra propia autonomía.
Lo que hace una década parecía una advertencia sobre la corrupción tecnológica del héroe más brillante del planeta, hoy es un espejo de nuestra cotidianidad: aplicaciones inteligentes que no sólo mejoran lo que somos, sino que, poco a poco, redibujan lo que significa ser humano.
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