Cuando me enteré de que a partir del 2 de diciembre de 2024 un médico originario de Misantla iba a ser el Secretario de Salud en el Gobierno de la ingeniera Rocío Nahle, mi intuición me avisó que eso era una buena noticia. A priori, el origen del doctor Valentín Herrera Alarcón, un gran cirujano especializado en cardiología, era una garantía de que cumpliría su encargo con capacidad, con responsabilidad y con honestidad, valores que se cultivan a modo en la Señorial desde hace 461 años, cuando Francisco Fernández de Córdoba ordenó a los habitantes totonacos de Pueblo Viejo que se vinieran a asentar en el lugar actual, porque era menos intrincado y más accesible.
Mi intuición me habló, pero también mi propia historia porque yo, señoras y señores, soy hijo de una leyenda, del doctor Camilo González Cervantes, quien desde 1939 -cuando llegó al pueblo para hacer su servicio social- y hasta 1990 -cuando falleció después de una dura batalla de tres meses contra la muerte, esa vieja conocida con la que peleó a mano limpia durante 51 años, con sus días y sus noches, y consiguió mantenerla contenida él solo, con los bajos índices de morbilidad que nunca pudieron repetir las hordas del sector Salud que llegaron para tratar de llenar el vacío que dejó en los corazones y en tantos organismos que curó de misantecos y yecuatecos y colipenses y tenochcas y chiconquiaquenses y veganos y todos los demás.
Así como el doctor Camilo, en Misantla ha habido y hay muy buenos galenos: el doctor Antonio Hernández con su frugalidad franciscana que lo hacía exclamar que deseaba poco y que lo poco que deseaba lo deseaba poco; el doctor Juan Pablo Prom Lavoignet, cuyos pacientes salían de su consultorio con un diagnóstico y con una sonrisa; mi tío el doctor Roberto Stelio Pineda; el doctor Rafael Romero, buen bailarín y buen internista; el magnífico galeno Carlos Soto Alvarado, y el doctor Guillermo Huesca Sesma, por nombrar algunos.
Nueve meses y nueve días después puedo ver que no me falló el pálpito y que el doctor Valentín Herrera Alarcón ha sido un excelente Secretario de Salud, dedicado de lleno a su responsabilidad, cercano a la gente, trabajador como pocos.
Algunas fuentes me aseguran que la Gobernadora se muestra muy satisfecha de la elección que hizo del cardiólogo, quien por cierto fue uno de los primeros cirujanos en México que hizo un trasplante de corazón. Sotto voce, alguien me confió que la ingeniera Nahle está convencida de que con otros cuatro o cinco colaboradores como el doctor Valentín, su Gobierno podría presumir muchos más logros.
Bien por el doctor Herrera, bien por el paisano que no descuida su labor en todo el estado pero tampoco olvida a su tierra, a la que le mantiene el afecto, aunque estuvo poco en ella.
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