septiembre 10, 2025

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Bravo Torra… ESCÁNDALO POR DOBLE MORAL

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Bien que recuerdo a Gilberto; en plena lectura de su mensaje con motivo de la inauguración del hotel Índigo (hoy Hampton) en el puerto de Veracruz, se le quebró la voz y le brotaron las lágrimas.

Muy emocionado por el nuevo giro de sus inversiones.

Presente en el evento el gobernador del estado en ese sexenio, Fidel Herrera Beltrán (QEPD).

Eran los días plenos de gloria económica del empresario.

Pero las tormentas de la vida son inevitables.

Gilberto Bravo Torra –aunque nació en Oaxaca—es y se siente como el auténtico chile xalapeño.

Hoy, atraviesa por una situación muy complicada; se le relaciona con actividades ilícitas derivadas del huachicol fiscal.

La sociedad xalapeña no alcanza a entender el escándalo que desnuda la doble moral del personaje.

Bravo Torra, exhibe cómo el poder político y el crimen organizado se entrelazan, aunque los jerarcas de la 4T se defiendan argumentando “que ellos tienen otros datos”.

La reciente operación contra este flagelo que por ahora deja un saldo de 14 detenidos (empresarios, funcionarios y militares), sacudió bruscamente en Veracruz una de las estructuras empresariales más poderosas y polémicas del estado: la de los gasolineros.

El nombre de Gilberto destaca en el centro del entramado como un capitalista que pasó de vendedor de seguros, a líder gremial y magnate con más de 150 estaciones de servicio, protegido por la sombra del poder político.

El caso revela con crudeza una realidad incómoda: el ascenso meteórico de ciertos personajes no se entiende por el mérito o la innovación, sino por la corrupción y la alianza con bandas delincuenciales.

Bravo Torra y otros personajes veracruzanos se convirtieron en el rostro de un sistema que permitió lavar dinero y distribuir combustible robado bajo la fachada de la legalidad, multiplicando fortunas a costa del erario y del consumidor.

El golpe asestado por la secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y la FGR contra esta red criminal, no solo marca el hundimiento de un imperio levantado sobre la ilegalidad, sino que también expone la fragilidad de un modelo empresarial cimentado en la impunidad.

La pregunta que queda en el aire es inevitable: ¿cuántos más participaron, se beneficiaron y siguen ocultos bajo el manto de la protección política?

Porque si bien el emporio de Gilberto se precipita, es ingenuo pensar que él fue el único. Hay más implicados.

La caída de este imperio gasolinero debe leerse como advertencia: los negocios forjados en la ilegalidad, por más poderosos que parezcan, acaban demolidos.

Lo preocupante es que cuando caen dejan profundas huellas de corrupción, violencia y desconfianza en la sociedad.

La imagen de Bravo Torra quedó en el marco nacional como un deshonesto y experto en lavar dinero que obtenía de operaciones ilícitas con el huachicol saqueado.

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