Tres exrectores de la Universidad Veracruzana no pueden estar equivocados cuando se inconforman por la prórroga de mandato concedida a Martín Aguilar, quien ocupa el cargo de Rector y por mandato de ley debería entregar el cargo el próximo 1 de septiembre. Lo unísono de sus respectivas obliga a inferir que su oposición a la dicha prórroga tiene sustento firme; se suman a esa lógica quienes aspiran a competir para alcanzar la Rectoría de esa Casa de Estudios. El movimiento de protesta inició cuando se supo de la decisión de la Junta Universitaria de atender la solicitud de Aguilar Sánchez para permanecer en su actual encargo, de inicio fueron los pretendientes a sucederlo quienes manifestaron su inconformidad, ante el atraco los exrectores Sara Ladrón de Guevara, Víctor Arredondo y Raúl Arias se sumaron activamente a ese reclamo porque atisban el daño que por lesiones al Estado de Derecho se impone a la Universidad Veracruzana. En junio pasado la gobernadora expresó: “Mi único llamado es que se respete la Ley interna, sin imposiciones, sin beneficiar a nadie. Que la comunidad universitaria tome la mejor decisión para su futuro”. Justamente eso hacen los exrectores por su obligación moral de defender a la Institución que en sus respectivos tiempos encabezaron.
Pero el alma de una Universidad son los estudiantes, son su razón de ser, la materia prima que en sus aulas se transforma en la piedra angular del progreso de un país. Por esa premisa fundamental, no pueden ni deben mostrarse indiferentes a un altercado de la naturaleza que describimos, su voz cuenta, y mucho. Ya se hicieron presentes los estudiantes de la Facultad de Psicología, existe tensión en el escenario de la Universidad Veracruzana, flota la incógnita sobre lo que vendrá. “Nada de lo humano me es ajeno”, dijo en 165 a.C. Publio Terencio Africano, puede parafrasearse con el de “la Universidad es el germen de la esperanza de un país, nada que la afecte puede ser indiferente para la sociedad”.
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