«Andy», el aspiracionista

Aunque sonaba ridículo y más falso que un peso de plomo, siendo presidente de México López Obrador gustaba en repetir que era innecesario comprar varios pares de zapato pues, con uno solo bastaba. Se ignora si esa apología a una muy hipotética vida en austeridad dicha por un presidente de México llegó a adquirir rango de fe en la conciencia de quienes obnubilados por su fe en el mesías le creen-o creían- a pie juntillas todo lo que expresaba en las mañaneras, lo cierto es que esa austeridad franciscana es habitualmente obligada en un numeroso sector poblacional en nuestro país. Era para ellos ese mensaje conformista, bien sabía que su gobierno no podía sacarlos de esa condición de pobreza extrema. Era manifiesto que López Obrador, que pasó esfuerzos por alcanzar la licenciatura en Ciencia Política en la UNAM, no toleraba en su discurso a quienes por la vía del estudio y de la educación buscan grados académicos adicionales para acceder a mejores prestaciones laborales, los calificó de “aspiracionistas” con un tono de evidente desprecio. ¿Qué opinará ahora que a su hijo Andrés López Beltrán, mejor conocido como “Andy”, le encuentran souvenirs de elevado costo y acciones en sociedad en por lo menos tres empresas?  ¿Impedirá que su hijo menor aspire a un posgrado? Por supuesto, faltaría que le hicieran caso.

Pero no es por el lado del “progresismo” donde se encuentra la “falla” de Andrés López Beltrán sino en su inmadurez política. Porque en realidad aprender a hacer política a los cuarenta años resulta bastante complicado, aun cuando ya se tiene resuelto el problema económico familiar. No es igual ser hijo de un presidente en funciones y contar con una abundante cohorte de aduladores prestos al queda bien, que ya a cielo abierto, sin contar con esa red de protección intentar un ascenso hacia la estratosfera política hacia donde otros mejor equipados y con mayor experiencia también quieren llegar. Ya con Claudia Sheinbaum en la presidencia, López Beltrán carece de la correa de transmisión que faciliten alcanzar para sí o para socios los contratos millonarios que antaño llegaban por inercia, además, ahora está bajo la lupa púbica, no falta fuego “amigo” y abunda la metralla proveniente de “adversarios y los hipócritas conservadores”, como califica a quienes no comulgan con su voraz apego al patrimonialismo político.

Los paseos y las amistades de “Andy”