Escribe: Ángel Rafael Martínez Alarcón.- El domingo 8 de agosto del 2021, en las primeras horas de la mañana en la Casa de la Iglesia, en convivencia con los hermanos de las comunidades, empezó a sonarme mi celular. Varias llamadas para conseguir la confirmación del posible fallecimiento del arzobispo de Xalapa. Rápido me levante, y para contactar a los amigos cercanos, y familiares. Quienes me conformaron, tan impactante noticia. En las vísperas del cumpleaños 75, el 13 de agosto, y la presentación de su carta de Renuncia al arzobispado de Xalapa. https://youtu.be/LntvWwLmKUU?si=ZDDwHwtoOIHNd2RK
Monseñor Hipólito Reyes Larios, nació el 13 de agosto de 1946 en Ciudad Mendoza, Veracruz. Es hijo de don Melitón Reyes Andrade y Dolores Larios Pastrana. Hizo sus estudios eclesiásticos en el Seminario Regional de Xalapa. Es licenciado en Teología Espiritual por la Universidad Pontificia Gregoriana y en Teología Moral por la Academia Pontificia Alfonsiana de Roma.
Fue ordenado sacerdote el 15 de agosto de 1973. El 15 de abril del año 2000 fue nombrado por el papa Juan Pablo II como primer obispo de la diócesis de Orizaba, por lo que el 13 de junio del 2000 recibió la ordenación episcopal, bajo el lema Spiritus Domini Super Nos (El Espíritu del Señor está sobre nosotros). El 10 de abril de 2007 el papa Benedicto XVI lo nombró Arzobispo de Xalapa. Tomó posesión de su arquidiócesis el 19 de junio del mismo año.
Al cumplir los 75 años, el Arzobispo de Xalapa alcanzará la edad canónica y debe presentar la renuncia de su oficio pastoral al obispo de Roma, como lo señala el Código de Derecho Canónico, en el capítulo II, arts. 1 y 2, canon 401 § 1: “Al Obispo diocesano que haya cumplido setenta y cinco años de edad se le ruega presente la renuncia de su oficio al Sumo Pontífice.
Gracias por el tiempo que me dedicó para discernir mi vocación. Yo era un joven menor de 20 años, aún buscando definir mi camino, impactado desde los 13 por la primera visita de San Juan Pablo II a México (1979). En febrero de 1985, cuando Kiko Argüello —fundador del Camino Neocatecumenal— convocó por primera vez al seminario misionero, todos los aspirantes debíamos presentarnos primero en el seminario diocesano. Ahí fue mi primer encuentro con el padre Polo: me escuchó con atención, conoció mi historia y las razones para ingresar a la vida religiosa. Participé en los preseminarios y continué mi formación en el Camino.
Gracias, don Hipólito. Después de más de 20 años, nos reencontramos durante su visita a las oficinas de Comunicación Social, donde yo era parte del consejo editorial bajo la dirección del P. Raúl Rodríguez. Junto a mis hermanos Celeste del Ángel, Fernando Rueda, José Torres, Miguel Valera y Jorge Rodríguez, (+) recuerdo su escucha atenta y esa sonrisa permanente que ambientó la reunión con gran fraternidad.
Gracias, Señor Arzobispo, por todo su apoyo en las coberturas periodísticas de sus giras por los municipios del arzobispado: visitas pastorales, fiestas patronales, nombramientos de párrocos, confirmaciones y primeras comuniones. Como reportero de Alégrate, muchas veces nos presentaba ante la asamblea. En varias ocasiones, incluso me invitó a regresar en su vehículo.
Gracias por aquellas largas conversaciones sobre la historia de Veracruz y de la Iglesia, especialmente acerca de la obra del Padre Celestino Barradas. Durante sus exequias en la catedral, citó un párrafo de mi artículo sobre el Padre Barradas dándome crédito; ¡quería morirme de la emoción! Gracias también por escuchar mis ideas para los festejos del 150 aniversario de la erección del obispado de Veracruz con sede en Xalapa.
Gracias por sus presentaciones cálidas y paternales ante el nuncio apostólico y los obispos de la provincia eclesiástica de Xalapa.
Gracias por esos momentos difíciles donde, ante una negativa, siempre hubo una explicación fraternal y un consejo sabio que daba con razón.
Gracias por tomarse el tiempo de escribir cartas —de agradecimiento o cumpleaños— en esta era digital. Recibir un sobre con su membrete siempre causaba una alegría inmensa.
Gracias por la Marcha del Silencio de cada Viernes Santo por la tarde. Partíamos de la Iglesia de la Emperatriz de las Américas y recorríamos el centro histórico. Allí, ante la Dolorosa, confirmaba su vocación profética denunciando las estructuras injustas que vivimos los veracruzanos. Miles de católicos lo acompañábamos en silencio, con velas encendidas. Al terminar, nos felicitábamos por la próxima Resurrección de Cristo. Lamentablemente, las dos últimas marchas no se realizaron por la pandemia de COVID-19.
Gracias por su amor y disposición para acompañar los eventos de las Comunidades Neocatecumenales, recordando siempre a su compañero seminarista, el Padre Alberto Zamora Salicrup,(1943-2012) fundador del Camino en México, en diciembre de 1974. Siempre me preguntaba: “¿Ya fuiste a Israel?”. Tras su viaje con los obispos del mundo, me decía con sonrisa pícara: “Mira sin pasos, ya te gané”.
Gracias por los diálogos con usted y mi equipo de catequistas del Camino; siempre hubo una palabra inspirada por el Espíritu Santo.
Gracias por presidir la Eucaristía Pascual de marzo de 2018, donde mi comunidad renovó las promesas bautismales. Para mí, luego de 36 años de formación en las Comunidades, llevo en el corazón sus palabras paternales.
Serían infinitos los agradecimientos, don Hipólito Reyes Larios. Vivió plenamente su amor por sus ovejas: las reconocía por su nombre o labor, las saludaba, las alentaba y corregía. Hoy todo es un recuerdo permanente en nuestros corazones. Una última petición: no deje de orar por nosotros.
Historias similares
Boletín meteorológico tropical del 08 de Agosto de 2025 de PC del estado
Arranca rehabilitación de Clínica Hospital del ISSSTE en Poza Rica para fortalecer atención a derechohabientes
Río Coatzacoalcos se desborda y provoca severas inundaciones en comunidades rurales