Esaú Valencia Heredia es uno de los alumnos más aventajados que ha tenido la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UV, y mire usted que de esa escuela han salido valientes reporteros, investigadores sherlockianos, literatos inconscientes y hasta algún boletinero genial que presenta las noticias de una forma diferente.
Cuando alguien lo veía llegar a La Parroquia y pedir un lechero media carga y una banderilla podía suponer, no sin certeza, que era un fruto crecido en esa tierra bendita, aunque en realidad era una cepa de otros rumbos que se había sabido aclimatar, como las araucarias lo hicieron en Xalapa, a la que le cambiaron el paisaje y el temperamento.
Esaú es un reportero serio y certero. La nota que cae en sus garras no tiene escapatoria y es rebosada de realidad y de certeza. Pocos como él saben describir un evento, consolidar un dato, difundir una exclusiva.
Los colegas del Puerto conocen al hombre y al periodista, y muchos le reconocen fraternidad, derechura y honestidad. No es monedita de oro ni tiene que serlo, pero en el titiribaco del oficio se levanta a su favor la carga personal.
Esaú, también lo saben y lo han sabido todos, es amigo dilecto del diputado Héctor Yunes Landa y es más: son compadres del alma. Juntos han recorrido una larga fraternidad y el uno siempre ha estado con el otro, según la ocasión y la oportunidad Y sin embargo, Esaú nunca ha trabajado con Héctor en algún cargo oficial y Héctor nunca lo ha convocado a disfrutar las mieles del presupuesto. Tal vez por eso siguen y seguirán siendo tan cuates.
Como muchos más en el gremio, Esaú Valencia Heredia fue víctima de un “nado sincronizado” en su contra porque los enanos del tapanco no podían soportar que él, que es un verdadero profesional de la información, estuviera llevando tan bien la comunicación social en la Legislatura actual.
Los tiempos están extraviados y por ahora parece que es defecto ser buen reportero, ser decente, tratar bien a los compañeros colegas, no hacer negocios sucios, no regalar convenios a charlatanes.
Al igual que la Gobernadora, él fue víctima de una campaña orquestada para sacarlo de su puesto, de Comunicación Social. Distinto a la mandataria, la posición de Esaú no aguantó y tuvo que dejar la oficina desde la que estaba ayudando a la buena relación del Congreso con los medios y al profesor Esteban Bautista.
Por eso este último se refiere de manera elogiosa a su amigo y colaborador, aunque breve, estrella.
A Esaú le espera el arduo y fructífero trabajo de su portal Cambio Digital, que permaneció incólume y ahora se relanzará en el terreno noticioso.
Acá esperamos de vuelta al extraordinario periodista, miembro por cierto distinguido del Grupo de los Diez, en donde había hecho un paréntesis que hoy se cierra para regresar entre los suyos.
Bienvenido, Esaú.
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