Washington, D.C. – En un esfuerzo por frenar la escalada de la guerra comercial que ha sacudido la economía global, Estados Unidos y China anunciaron un acuerdo bilateral tras dos días de negociaciones en Ginebra. El pacto, alcanzado el domingo 11 de mayo, incluye una reducción significativa de aranceles y la creación de un mecanismo de consultas económicas y comerciales para prevenir futuras tensiones. Este es el primer avance concreto desde que el presidente Donald Trump intensificó los gravámenes a productos chinos en abril de 2025.
Según el acuerdo, Estados Unidos rebajará los aranceles sobre importaciones chinas del 145% al 30%, mientras que China reducirá los suyos sobre productos estadounidenses del 125% al 10%. Estas medidas, que entrarán en vigor el 14 de mayo, tendrán una vigencia inicial de 90 días, hasta el 10 de agosto de 2025. Sin embargo, los aranceles estadounidenses del 25% sobre automóviles, acero y aluminio, así como un 20% adicional vinculado a acusaciones de complicidad china en el tráfico de fentanilo, se mantendrán sin cambios, según aclaró el representante comercial de EE.UU., Jamieson Greer.
Las negociaciones, encabezadas por el viceprimer ministro chino He Lifeng y el secretario del Tesoro estadounidense Scott Bessent, fueron descritas como “sinceras, profundas y constructivas”. Ambos países emitieron un comunicado conjunto destacando la importancia de una relación económica “sostenible, duradera y mutuamente beneficiosa” para sus economías y la estabilidad global. El nuevo mecanismo de consultas, que operará alternativamente en China, EE.UU. o un tercer país, busca abordar disputas comerciales y evitar malentendidos que puedan reavivar el conflicto.
El presidente Trump celebró el acuerdo en su red social Truth Social, calificándolo como un “reinicio total” de las relaciones comerciales y destacando el “gran progreso” hacia la apertura del mercado chino a empresas estadounidenses. Por su parte, Bessent subrayó en una rueda de prensa que el pacto ayudará a reducir el déficit comercial de EE.UU., que alcanza los 1.2 billones de dólares, y expresó su intención de reunirse nuevamente con funcionarios chinos en las próximas semanas para avanzar hacia un acuerdo más permanente.
El acuerdo llega en un momento crítico. La guerra comercial, iniciada con aranceles del 10% en febrero y escalada hasta el 145% en abril, ha generado temores de una recesión global. El Fondo Monetario Internacional recortó sus previsiones de crecimiento para 2025, reduciendo 0.9 puntos para EE.UU. y 0.6 para China, mientras las bolsas mundiales han experimentado volatilidad. En China, cierres de fábricas y despidos han aumentado la presión interna, mientras que en EE.UU. la contracción del PIB en el primer trimestre (-0.3%) refleja el impacto de la incertidumbre comercial.
Los mercados reaccionaron con optimismo: el S&P 500 subió un 2.7% y el Dow Jones un 2.4% tras el anuncio, mientras las bolsas europeas y asiáticas también registraron alzas. Sin embargo, expertos advierten que el pacto es un alivio temporal. “Es un primer paso, pero no resuelve las tensiones estructurales, como la competencia tecnológica o las políticas de subsidios”, señaló Mary Lovely, del Instituto Peterson. La directora de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, ha advertido que una guerra comercial prolongada podría reducir el comercio bilateral hasta en un 80% y recortar un 7% del PIB mundial.
El cambio de postura de China, que inicialmente exigía la eliminación total de los aranceles estadounidenses, refleja preocupaciones por el aislamiento comercial y la presión de socios como Japón, India y Vietnam, que han iniciado negociaciones con EE.UU. para evitar aranceles. A pesar del optimismo, la sostenibilidad del acuerdo dependerá de la capacidad de ambas potencias para mantener el diálogo y abordar las profundas diferencias que persisten.
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