El PRI sigue cuesta abajo: renuncia líder municipal de Tuxpan

Lo ocurrido en Tuxpan este martes por la noche no es un caso aislado ni un simple conflicto interno: es el retrato en carne viva de un partido desangrado por la ambición torpe de su dirigencia estatal. La renuncia de Mario Alberto Martínez Zapata a la dirigencia municipal del PRI y, de paso, a la militancia tricolor, es apenas la última fisura visible en un edificio político que hace tiempo comenzó a desmoronarse… gracias, en buena medida, a la incapacidad de Rodolfo Ramírez Arana para mantener unidos siquiera los pedazos.

La exclusión de las bases, el desprecio por los liderazgos locales y la imposición desde arriba de candidaturas sin diálogo ni consenso revelan una lógica que no busca ganar, sino controlar —aunque no quede nada por controlar. El delegado estatal ha tratado al PRI como si fuera su patrimonio personal, ignorando que sin militancia, sin estructura ni confianza, no hay maquinaria que funcione. Y aunque en teoría su misión era consolidar al partido rumbo a un desastroso 2024, en la práctica lo ha convertido en un campo minado donde los aliados huyen y los cuadros con peso se deslindan.

Martínez Zapata, líder sindical con influencia real entre los trabajadores municipales, representa mucho más que una renuncia individual: su salida es una bofetada a la conducción autoritaria e insensible de Ramírez Arana, cuyas decisiones no solo fracturan, sino que humillan a quienes han sostenido al PRI a nivel territorial. ¿Qué clase de estrategia partidista es esa que desprecia a su propia base mientras sueña con victorias que nunca llegarán?

El PRI, al menos en Veracruz, no está siendo derrotado por la oposición. Se está autodestruyendo, y el dedo en el botón lo tienen el ‘Fofo’ y su aliada, Lorena Piñón. Su ambición, lejos de ser virtud, se ha convertido en el virus que ha contaminado toda posibilidad de cohesión. Lo peor: parece que nadie dentro del partido tiene la fuerza —o la voluntad— de ponerle freno.

Con liderazgos tan torpes como este, no se necesita enemigo externo. El verdadero adversario del PRI… está en casa.